Antonio Ferrera se recupera en su finca de Almorchones de la cogida sufrida el pasado domingo en la plaza de toros de Teruel. El diestro cuenta, en entrevista a la agencia Efe, como la cornada pudo quitarle la vida, aunque una costilla desvió su trayectoria que iba dirigida al corazón. El diestro cuenta que, de todas las marcas que ya tiene en su cuerpo, esta fue la que más le preocupó, pues le impedía respirar. A pesar de esto, al llegar a la enfermería intentó transmitir serenidad a los médicos y, después de explorarle la herida, fueron ellos los que lo tranquilizaron a él. El toro le ocasionó en la parte izquierda del pecho una especie de "y" en forma apaisada, pero gracias a una costilla la cornada no llegó al corazón.Recuerda que "fueron unos momentos muy duros, porque durante el trayecto a la enfermería me vi el pecho abierto. Fue terrible, y hasta que los médicos se tranquilizaron al ver que el pitón no había llegado al corazón ni tampoco al pulmón. Pasaron momentos muy duros", pero, añade, que logró "meter el toro en la muleta y darle una estocada en todo lo alto".Ferrera pidió el alta voluntaria de la Clínica Obispo Polanco, de Teruel y llegó en la noche del martes al Hospital Infanta Cristina de Badajoz. Al comprobar que la evolución era buena, solicitó el alta médica voluntaria, y se dirigió a su finca para descansar y recuperarse.El torero habló de sus próximas actuaciones en Extremadura, donde hará el paseíllo próximamente en Villafranca de los Barros, en Barcarrota y en Zafra. Sin embargo, lamenta no poder estar este año en Mérida, plaza en la que más triunfos seguidos ha tenido y recuerda también la pasada Feria de San Juan en Badajoz, donde cortó dos orejas y un rabo. "Esas dos tardes han sido un sueño precioso, la Feria de San Juan más completa que he cuajado durante mi trayectoria torera y, sobre todo, muy importante para Extremadura porque se cumplían los 40 años de una plaza llena de público".