Pertenece a una familia de letrados. Antonio González Lena tuvo la suerte de empezar a trabajar cuando terminó la carrera, esperaba pasar un veraneo de lujo, pero su tío Antonio Lena Fernández le dijo que lo quería en su despacho. Ahí empezó con otros compañeros hasta que se independizó. Sigue solo y a pie de calle. Acaba de recibir la medalla al mérito en el ejercicio de la profesión.

¿Qué supone la medalla?

-- Fue una sorpresa y ha sido muy emocionante. Me he sentido querido por mis compañeros. Estoy muy agradecido porque llevo muchos años colaborando en el colegio, al que estoy ligado desde hace 20 años. La medalla ha supuesto un reconocimiento a esa labor desinteresada, que no hago yo sino mucha otra gente.

¿Hay compañerismo en la profesión?

--Se nota más tensión entre compañeros y eso en la vida colegial se detecta en las impugnaciones de horarios y en las denuncias; antes había muy pocas y cada día son más. Denuncias entre compañeros que aunque muchas de ellas vienen firmadas por particulares basta leer el texto para saber que las ha hecho un letrado. También por cuestiones de procedimientos, no saben distinguir la vida personal de la profesional.

¿Hay corporativismo en la abogacía?

-- Existe y no me da vergüenza reconocerlo. A todos los niveles pero igual que existe corporativismo, me consta que a la junta de gobierno no le tiembla el pulso cuando hay que sancionar a un compañero. A esos niveles no existe pero entre compañeros, sí.

¿Qué distingue a un abogado bueno de uno malo?

-- Fundamentalmente en el trato que se dispensa a quien acude a ti como cliente. A partir de ahí las diferencias empiezan en cómo se atiende a esta persona, saber escuchar y poner todos los medios a tu alcance para solucionar su problema, sobre todo poner todo el empeño en cada asunto, que por pequeño que parezca, al afectado no se lo parece. Cada caso es distinto y aunque para el abogado una reclamación económica pueda parecer de escasa cuantía, para su cliente puede ser muy importante. El abogado malo no valora suficientemente la reclamación, no se preocupa y al final el perjudicado es el cliente.

¿Qué predominan, los profesionales malos o buenos?

--En Badajoz, los buenos. Es interesante comprobar que muchos abogados jóvenes están francamente bien preparados para desempeñar su trabajo.

¿Porqué se hizo abogado?

--Dudaba entre dos profesiones muy dispares: la marina o la abogacía. Las dos me entusiasmaban. Estudié Derecho y al acabar la carrera pude hacer la mili en la Marina, incluso pude llevar temas jurídicos en el Ejército, pero siguiendo el sabio consejo de mi tío Antonio volví a la abogacía de a pie, es la que más me gusta.

¿Encuentra jueces injustos?

--El juez es humano, tiene que aplicar la ley, interpretarla y no creo que ninguno dicte una sentencia a sabiendas injusta.

¿Aspira a seguir ejerciendo como abogado de a pie?

--Por supuesto. Es la abogacía más interesante y la más importante.