El joven que vivía con su madre en el 3ºD del bloque número 14 de la calle Teresa Istúriz, en las 500 viviendas de San Roque, se acercó pasadas las diez de la mañana al piso para comprobar cómo había quedado y a recoger las pocas pertenencias que serían irrecuperables, como álbunes de fotos o una carpeta con documentación. El salón estaba completamente calcinado y el resto de estancias muy afectadas, por el calor y el humo.

El incendio tuvo lugar a las 7 de la mañana. El joven, soldado de profesión, se había levantado y había encendido la estufa de gas. Todo indicaba que prendió la falda de la camilla y luego el sofá. Cuando se dio cuenta, el salón estaba en llamas y aunque intentó apagarlas con cubos de agua, la que salía del grifo era insuficiente. "No pude apagarlo porque cada vez había más llamas y aguantando la respiración salí de allí", contó. Llamó a su madre, que aún dormía, se asustó y al ver el fuego optaron por escapar de la vivienda. Llevan 3 años en este piso.

Aunque la mujer y otras dos personas tuvieron que ser atendidas en el centro de salud con crisis de ansiedad, afortunadamente no ha habido daños personales, pero sí materiales, sobre todo en el piso siniestrado y también en la escalera común del bloque, que ha quedado afectada por el humo.

El susto fue mayúsculo también para el resto del vecindario. Manuel, que vive en la puerta A del mismo rellano, contó que todos los vecinos (en el bloque viven 21) salieron a la calle, avisados entre ellos, donde permanecieron hasta que los bomberos del servicio municipal sofocaron el fuego y ventilaron el inmueble. También acudió la Policía Local. Estuvieron a la intemperie más de una hora, aunque para Felipe Casas, el inquilino que vive enfrente del piso incendiado, "el tiempo pasó muy rápido". El dormía y cuando escuchó a los vecinos pidiendo auxilio se alarmó y salió a la puerta. Vio mucho humo y gente corriendo. Fue con otros a por extintores "pero no había manera de entrar porque había mucho humo y nos ahogábamos". Otra vecina, Dolores González, quizá fue la única que no se enteró de nada porque estaba acostada y aunque sintió movimientos no les dio importancia.