Said mostraba los dulces árabes que su mujer y él habían elaborado con recetas heredadas de sus abuelos. Dulces de miel, con nueces, pasas, piñones, canela, rellenos de dátil y con agua de azahar. Mientras, Rashid preparaba té verde con hierbabuena en una jaima con sillas y mesas típicas de Marruecos para dar la bienvenida a los visitantes, y Kasam revisaba los ingredientes para cocinar los kebabs y pinchos morunos para el almuerzo.

Ellos, junto con otros 60 artesanos, cambiaron el olor y la imagen habitual de la plaza Alta, transformándola en un mercado árabe, con el que se inauguró ayer la parte lúdica de la fiesta de Al-Mossassa.

LOS QUE DAN AMBIENTE La bailarina de la danza del vientre, los encantadores de serpientes con las pitones Giorgia y Arosa enroscadas en sus cuellos, o el cetrero, son algunos de los personajes que animan el mercado, que tiene música ambiental.

El alcalde Miguel Celdrán fue el primero, junto con un grupo de concejales y el concejal de Cultura de la portuguesa Marvao, Pedro Sobreira, en recorrer los puestos de caramelos, juguetes, bisutería, cuero, pieles, cerámica o especias, instalados en la plaza Alta, y destacó la importancia de la fiesta de Al-Mossassa, porque con ella Badajoz recupera sus orígenes.

Este año se han eliminado los chiringuitos de comida "para conseguir una mayor ambientación árabe y para mantener la plaza más limpia", según la concejala de Cultura, Consuelo Rodríguez Píriz, quien explicó que en esta edición ha acudido un grupo de artesanos que pertenecen a un zoco árabe auténtico, ya que "se pretende conseguir un aspecto más genuino, más árabe, queremos que los puestos sean cada vez más específicos, no queremos que sea un mercado de las tres culturas, que los hay en toda España".

Por la noche, se celebró, junto al Museo Arqueológico, la escenificación de La historia de Ibn Marwan" , que se repete hoy. También habrá, a las once de la noche, música y danza oriental en los jardines de La Galera.