TRticardo Baliardo , 'Manitas de plata' guitarrista virtuoso, gitano que en los años sesenta y setenta se codeaba con Dalí y Picasso vive actualmente en la ruina, tal y como publica la prensa. Enfermo, con 92 años y pidiendo ayuda después de haber ofrecido un arte que según Picasso 'superaba el suyo', ahora no encuentra ni un poco del propio entre cartones, mendicidad y como todo lo que rodea al que tuvo y no retuvo, mucha vergüenza. Es lo que tiene el arte cuando se vive de él como don efímero pero perdurable, joven y eterno, como caja registradora que 'hace números' con solo poner en marcha esa virtud innata que no se trabaja para los años no mengüe su efecto.

Hoy le pasa a 'Manitas de Plata' pero ayer, también lo sufrieron otros como Bambino que ganaba un viernes millones de las antiguas pesetas, y llegaba de nuevo al teatro un lunes pidiéndole dinero para pagar el taxi, al primero que se encontraba en la calle, según me contaba un sobrino hace unos años durante el Potaje Gitano de Utrera. Era la juerga por la juerga, el arte como puro hedonismo. Eran los tiempos en los que nada se acababa mientras se pudiera llenar el vaso de vino. Hoy, estas cosas también pasan aunque las nuevas generaciones 'echan más cabeza'. En una entrevista a Antonio Carmona (ex de Ketama) me comentaba que su padre, el guitarrista Juan Habichuela se quedaba admirado de esa capacidad que tenían los hermanos de ganar tres y guardar dos, y que para el patriarca eso tenía más valor que domar las primas y bordones de una guitarra. Pasar a la historia como un vividor que con sus idas y venidas aumenta su leyenda, ya, sirve de poco. Me siguen conmoviendo las noticias como las de la ruina en la que Ricardo Baliardo malvive, mientras los herederos de Picasso aumentan enteros de su obra con el paso del tiempo. Es la diferencia del que supo retener, voluntaria o involuntariamente lo ganado, y sobre todo del que supo lidiar con los años. Esa lidia que sin darse cuenta se le escurrió a 'Manitas de Plata' mientras tocaba, a otros genios.