Periodista

A poca gente he oído decir que está de acuerdo con el traslado del recinto ferial hasta la frontera de Caya, salvo a los responsables del equipo municipal de gobierno, que al fin y al cabo fueron los que tomaron la decisión. Los feriantes dijeron, antes de que comenzase esta última feria, que el recinto ferial ha ido a menos desde que cambió su ubicación y que su negocio ha empeorado.

Seguramente los padres de familia han salido ganando con el traslado pues, cuando la feria estaba en Valdepasillas, tenían muy difícil convencer a sus hijos de que no podían ir todos los días a montarse en los cacharritos, ya que la música sonaba debajo de sus ventanas. Ahora, tan lejos, hay que programar una excursión.

Sin embargo, tampoco creo que falte razón al concejal Alejandro Ramírez del Molino cuando señala que los feriantes deberían preguntarse si el elevado precio de las atracciones no es también un motivo para que haya padres que no se puedan permitir el lujo de llevar a sus hijos todos los días a la feria. Un viaje cuesta, como mínimo, 2 euros y un niño no se conforma con uno sólo al día, ni siquiera con media docena y, si encima, hay varios hijos, para de contar. Se va un sueldo cada vez que la familia pisa el ferial. De hecho, el Día del Niño, cuando cada viaje sale por un euro, los padres aprovechan y hay mayor afluencia de niños en el recinto, señal de que la distancia no es una excusa.

Sí es excusa cuando de lo que se trata es de tomar unas copas a mediodía y hay bares que ofrecen menú y música de feria, sin necesidad de coger el coche.