TLta autenticidad es algo tan difícil que muchas personas, quizás la mayoría, viven --vivimos-- en la impostura. Mostrarse como se es en realidad, despojarse del ego para ser el yo verdadero --única forma que tiene cada uno de poder ser tú, él, nosotros, vosotros y ellos-- es trabajo que cuesta toda una vida y aun hay muchos que mueren no sólo sin rematar esa tarea, sino sin ni siquiera haberlo intentado. Lo peor de todo es que hay muchos que no llegan a darse cuenta jamás de que no son auténticos, adocenados bajo los afeites de su artificiosidad, convencidos de que el envoltorio es la verdad.

Pero hay algunas personas que son auténticas por naturaleza, por antonomasia, sin darse cuenta, de la misma manera que un ave vuela sin saber lo que es volar y sin precisar de ninguna artimaña para lograrlo. Personas que se mantienen enteras, sólidas y reconocibles a lo largo de toda la vida y que son ellas, auténticamente ellas, con cinco, con cincuenta y con cien años. La autenticidad de estos seres magníficos les lleva a una espiritualidad visible y les dota de una cualidad perceptible, de una identidad creciente y reconocible a lo largo de toda la vida.

Una de estas personas es Pablo Guerrero , a quien hoy la Academia de la Música rinde un merecidísimo homenaje en Badajoz, por su trabajo de autor, de músico, de cantante y de poeta de toda la vida. En este caso, además, los colegas de Pablo y todos los que le admiramos y queremos, no sólo premian su trayectoria artística sino, sobre todo, su autenticidad. Pero, claro, es que trayectoria --como la suya-- y autenticidad son lo mismo. En su caso camino y caminante se funden definitivamente.

En estos tiempos de miedos y de mudanzas, cuando cada cual adopta la mimetización que cree oportuna para sobrevivir en este pimpampún financiero y laboral, Pablo Guerrero se alza con la sencillez de ser él mismo y con la lección de que para llegar lejos no son necesarios el disfraz, la mentira, la insolidaridad ni el egoísmo. Nos ha dejado Pablo un tesoro de canciones y poemas inolvidables. Pero creo que su mejor legado --en el que se inscribe toda su obra-- es su ciclópea autenticidad. Un hombre verdaderamente extreordinario .