La muerte de Pedro Ortega Báez en febrero pasado cuando se hallaba interno en la prisión de Badajoz fue por "causas naturales", en concreto como consecuencia de "una coronariopatía arterioesclerótica", y no por la ingestión de sustancias tóxicas, según consta en el informe de la autopsia remitido ayer a la prisión de Badajoz, según ha podido saber este diario por fuentes penitenciarias.

El pasado 12 de agosto, el padre del fallecido dio a conocer los resultados de unas pruebas del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, remitidas al Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, en las que, según señaló, no figuraba rastro alguno de un medicamento que tomaba su hijo, interferón, que él considera que pudo ser una posible causa de la muerte de su hijo, además de una mala atención médica.

Dicho informe del Instituto de Medicina Legal de Badajoz dice que el recluso, que fue hallado muerto a las seis de la madrugada en su celda, que compartía con un hermano, falleció por un fallo coronario.

El mismo detalla también una serie de enfermedades que padecía la víctima, si bien no han trascendido, al tiempo que descarta, expresamente, "el factor tóxico directo como mecanismo causal de la muerte", según dichas fuentes.

"En estas circunstancias podemos atribuir el fallecimiento a un origen cardiaco, a través de un cuadro de isquemia miocárdica, que produce la inestabilidad eléctrica del corazón, y finalmente un arritmia fatal, como es habitual en estos casos", dice.

Las fuentes consultadas por este diario señalaron que la víctima "estaba mal y falleció por una afección cardiaca, como le puede ocurri a cualquier otra persona en esas circunstancias, y no por ingerir sustancias tóxicas".