La semana pasada un grupo de cargos del PP se concentraron en una rotonda de la carretera de Valverde para reclamar a la Junta el desdoblamiento de esa vía. Estuvieron el alcalde Miguel Celdrán y el presidente popular, Carlos Floriano. Con cascos y simulando colocar la primera piedra, lo pasaron bien recordando quizás cuando eran ellos los receptores de la protesta, pero por la avenida de Elvas.

Chanzas aparte, los populares tenían razón, como la tenía la oposición cuando reclamaba las obras de la avenida de Elvas, porque era y es cierto que el desdoblamiento no es un capricho, sino una necesidad y cada vez más urgente. Pero ya no lo es sólo para la carretera de Valverde, para la que no figura partida alguna en los presupuestos del 2006, sino en la de Cáceres y todos los demás accesos a las ciudad, especialmente los conectados con la autovía A-5, a parte del de la antigua N-V, que está en obras.

No sería bueno para nadie que esta necesidad se convierta en un pin pan pun entre partidos y pase como con la unión entre Badajoz y Cáceres, o las carreteras de Huelva, Córdoba y Granada, que ya fueron objeto de reivindicación y que no se deben olvidar.