TNti Badahó, ni fachajoz, propongo que a partir de ahora la variación fonética y lingüística de Badajoz, sea Badasom. Suena a buen rollo, a identidad musical, a ambiente festivo, a apuesta cultural.

Badasom identifica la sensibilidad musical de Badajoz. Desde los jaleos y tanguillos que nacieron en la plaza Alta, hasta los sonidos de clarinetes o pianos que transpiran edificios públicos y viviendas; la música fluye en Badajoz como la sabia bruta de una ciudad que es mucho más que un destino de servicios.

Badajoz suena a música y cada vez más se está reconociendo. Basta echar un vistazo al excelente trabajo que se está haciendo en las Escuelas Municipales de Música con los más pequeños; o la calidad y profesionalidad del Conservatorio de Música de Badajoz, de donde salen músicos excepcionales que triunfan allí donde van. No en vano es en Badajoz donde tiene su sede tanto la Orquesta de Extremadura, como su cantera: la Orquesta Joven de Extremadura; y ha sido aquí donde la Consejería de Cultura, en colaboración con el Ayuntamiento y otras instituciones y empresas, han organizado la celebración de Badasom, el festival de flamenco y fados del que disfrutamos la pasada semana en la ciudad.

El flamenco es parte de la identidad cultural de Badajoz, así como sus raíces comunes e influencia de los ritmos portugueses; por ello la elección del contenido de este festival no ha podido ser mejor. Incluso ahora que están tan de moda las fusiones, ésta del flamen-fado es materia para explotar y exportar.

Sin embargo creo que lo verdaderamente resaltable de Badasom, no fue el hechizo de los quejíos o la saudade, estoy segura de que cualquier otra elección hubiera sido igual de exitosa, aunque menos mediática; lo importante fue la apuesta por una actividad cultural de calidad.

El público de Badajoz no es apático, es exigente, y lo demuestra cada vez que le dan la oportunidad.