La Delegada Provincial de Educación y los técnicos responsables del proyecto del colegio que, según se nos ha prometido, estará funcionando en el curso 2020-21 en el Cerro Gordo de Badajoz, vinieron a nuestro barrio, acompañados por el portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento, Ricardo Cabezas. Traían bajo el brazo tres paneles con planos e imágenes del futuro colegio, con sus árboles y sus niños incluidos. A muchos, nos recordó a aquella maqueta tan bonita que había en la inmobiliaria que nos vendió el piso, donde no faltaban ni siquiera los perros en los parques que nunca se construyeron.

Por eso nos extrañó especialmente que la Delegada nos dijera que habían venido para anunciarnos que el colegio era una realidad y no simplemente «algo sobre el papel». De papel cartón estaban hechos aquellos paneles, y de papel está hecho el BOE donde ha salido publicado. En el discurso político, quizá eso sea equiparable a la realidad. En el discurso vecinal y ciudadano, la realidad sigue siendo un solar vacío y mas de mil niños que hoy han vuelto a montarse en autobuses y coches para repartirse entre los atestados colegios e institutos de la zona, y que seguirán así al menos otros tres años.

No sé si imaginaban que el auditorio estallaría en aplausos cuando nos mostraran sus dibujos, pero desde luego no fue así. Los vecinos del Cerro Gordo somos jóvenes (una media de 30 años en una población de 6.000 vecinos), pero somos mayores de edad, y no vemos favores donde sólo hay la reparación de un agravio. Utilizaron metáforas y analogías ciertamente desafortunadas. Ante la evidencia —manifestada por varios vecinos asistentes— de que el colegio llega tarde y que urge planificar la construcción de un instituto, la señora Delegada nos aclaró, con vocación docente, que no se puede correr, que primero hay que andar. Pero en el Cerro Gordo ya hemos andado, corrido y ahora ya vamos volando para llevar a nuestros hijos a clase. Es la administración la que estaba dormida, o inconsciente, o indolente y, sí, debe correr, como hacemos todos cuando no hemos cumplido con nuestro deber y nuestra responsabilidad, como cuando llegamos tarde al trabajo (o al colegio). Nos dijo, también, que debíamos ser realistas, y para ponernos un ejemplo de la realidad a la que se refería, aclaró que «los alumnos de Villafranco van al instituto de Talavera». No sé si sabe la señora Delegada que la población del Cerro Gordo equivale a la de ambas poblaciones juntas. ¿Quienes éramos en esa ecuación: Villafranco o Talavera?

Datos: actualmente hay 1.089 niños censados de 0 a 14 años en nuestro barrio; 154 de 10 a 14, 306 de 5 a 9 y 629 de 0 a 4. Una progresión conservadora arrojaría una cifra de 300 potenciales estudiantes de la ESO cuando, en 2020, vengan los representantes de turno a ponerse la medalla de la apertura del colegio. Cientos de niños ni siquiera llegarán a disfrutar del colegio porque sus padres optarán por mantenerlos en los centros en los que ya están escolarizados, a sabiendas de que dos o tres años después tendrán que volver a subirse a los autobuses para ir al instituto. Pero eso parecía no querer ser escuchado, porque el objetivo de ayer era colocar el discurso de la «realidad» del colegio: bocas sin oídos. La Delegada provincial fue tajante: del instituto podemos olvidarnos por ahora. El Plan de Infraestructuras está recién aprobado y no lo contempla.

Sin embargo, el señor Cabezas anunció con solemnidad que su compromiso y su «pelea personal» será que eso no ocurra, y que aquellos niños que cursen infantil en nuestro flamante colegio podrán hacer la secundaria sin salir del barrio. Si alguien sabe cómo puede prometerse algo así con esa seguridad, cuando no depende de quien promete y se está hablando del futuro de cientos de familias, que nos lo explique, por favor. En cualquier caso, y pasando por alto el hecho de que nadie sabe dónde estará Ricardo Cabezas con sus buenas intenciones dentro de unos años, celebramos que asuma nuestra lucha como suya. Con toda sinceridad, preferiríamos no tener que luchar -porque luchar cansa, ¿saben?-, y a pesar de ello jamás delegaremos la lucha en nadie: todos los apoyos serán bienvenidos, pero la pelea seguirá siendo nuestra. Así que, desde el consistorio, puede empezar a trabajarse por ello.

Es imprescindible iniciar los trámites necesarios para la construcción de un centro de enseñanza secundaria en el Cerro Gordo. El Ayuntamiento debe señalar la parcela y cederla a la Junta, y ésta cumplir con su obligación de dotar de infraestructuras educativas básicas a su población. Y mientras eso no sea así, que no espere ningún representante político que su gestión sea aplaudida por los vecinos de este barrio, del mismo modo que nosotros no esperamos que los técnicos de Hacienda nos aplaudan cuando pagamos nuestros impuestos. Cumplan ustedes con su obligación como nosotros cumplimos con la nuestra.