Gracias a que el médico del centro penitenciario de Badajoz actuó con celeridad y profesionalidad al derivar a un paciente con fiebre de origen desconocido al hospital del Perpetuo Socorro, se ha evitado, seguramente, que se convierta en un brote de consecuencias impredecibles lo que hoy es un caso aislado de legionela. De no haber mediado la decisión de traslado del preso enfermo, no es difícil adivinar lo que podría haber ocurrido en un centro donde conviven casi un millar de personas.

La primera actuación permitió que la cadena siguiera el mismo ritmo y los servicios sanitarios detectaron la bacteria. Enseguida se informó a las autoridades y se llevó a cabo el protocolo para estos casos, con la toma de muestras y la desinfección pertinente. No obstante, dado que el afectado contrajo la infección en el centro penitenciario, urge conocer el foco y el origen de la misma, pues si bien la desinfección es de suponer que habrá tenido efecto, de no ser así hay un población reclusa y unos funcionarios expuestos.

Es claro que no debe cundir una alarma innecesaria y de hecho, el centro mantiene su actividad mientras espera conocer el resultado de los análisis practicados para conocer de dónde salió la bacteria, teniendo en cuenta que el aire acondicionado se revisó a finales de agosto.