En Badajozno pasa nada

Desde que el delegado del Gobierno en Extremadura, Oscar Baselga, ha manifestado que nuestra ciudad es relativamente tranquila y que no es acuciante el aumento de la inseguridad pública, salir a la calle, a cualquier hora y a cualquier zona, se ha convertido en un verdadero placer. Y no digamos dormir: hacía años que no dormía tan a gusto, sin temor a que nadie se cuele en mi casa por el sitio más insospechado, y hasta el coche lo puedo dejar sin problemas en la calle y abierto, seguro que no se lo llevan.

Por esto mismo, las chicas que ejercen la prostitución en Circunvalación siguen sin el problema de que nadie las vigile, les pida identificación, sin control médico, sin peligro de que nadie vaya a investigar si son explotadas por alguien o si son menores de edad.

De la misma forma, los estudiantes de Biblioteconomía van y vienen de noche a su facultad, sin temor de ser asaltados, aunque el acceso siga hecho una pena y el alumbrado sea de la prehistoria.

Pueden suceder dos cosas: Que el señor que da los datos cada vez que sale de su casa o del trabajo lo hace con escolta y que una vez que termine su mandato vivirá en un sitio donde se pueda costear la seguridad privada. Segundo: Que los ciudadanos normalitos, a los que se nos ocurre pasear por la avenida de Colón a las diez de la noche, que cuando oscurece subimos o bajamos de la alcazaba, o paseamos por nuestras calles del centro cuando ha cerrado el comercio nos quejamos de vicio. Porque en Badajoz, habiéndose reducido el número de policías, no pasa nada, y si no, fíjense en los datos.

Ya no me sorprendo tampoco cuando en mi querida ciudad, en cualquier zona, veo la suciedad acumulada. Quizá porque una se acostumbra. Por eso, cuando paseaba días atrás por la Ronda Norte o, mejor dicho, por la avenida Manuel Rojas, no me causó sensación la maleza, suciedad y toda clase de porquerías que la rodean y que además es el paisaje que disfrutan los vecinos que habitan en las viviendas de esta avenida. Al igual que no me sorprendió esta vergonzosa situación, sí me llamó la atención la colocación de los árboles, que han sido plantados justo en el centro de la acera, por lo que es imposible pasear por ella con un cochecito de bebé, que tu niño lleve la bicicleta o ir agarrado de la mano a tu pareja. ¿A qué mente tan despejada le debemos tal disparate?Antonia Márguez Anguita