Periodista

Nadie pone en duda que es un tipo simpático, con don de gentes, con las cualidades de un showman de la televisión y con un carisma que lo hace atractivo sobre todo entre las señoras de cierta edad, a las que sabe conquistar con sus canciones y sus comentarios picantones. Nadie pone en duda que es un personaje con gracia, que ha podido trabajar duro para llegar donde está y que además es un rostro muy conocido, gracias a la televisión.

Nadie pone en duda que pudo ser un acierto, por parte de quien tomara la decisión de que Antonio Hidalgo, el presentador-cantante-animador y acompañante de Ana Rosa Quintana, resultara un buen pregonero para el Carnaval de Badajoz, a pesar de que no es extremeño, una condición que se pretendía respetar, pero parece ser que ya no es un requisito obligado.

Antonio Hidalgo llegó a la ciudad, se subió al balcón del ayuntamiento, leyó lo que tenía escrito --que alguien le pudo haber escrito-- y habló de oídas del Carnaval pacense. Ni siquiera tuvo el detalle de venir disfrazado, ya que se trata de la fiesta de disfraces por antonomasia. A su lado, el alcalde, sí lo estaba, como manda la ocasión. Miles de pacenses lo aclamaban, como habrían aclamado a cualquiera, teniendo en cuenta la afición que se vivía en la plaza. Terminó de leer y se fue por donde había venido. Eso sí, anunció que de ahora en adelante hablará de Badajoz a sus conocidos en Madrid. Bien vale esta promoción un millón de pesetas, que es lo que dicen que ha costado que venga el popular presentador a leer dos folios desde el balcón consistorial. Es el precio de la fama.