La calle Francisco Pizarro volvió el lunes por la tarde a abrirse al tránsito de vehículos y personas convertida en plataforma única --con calzada y aceras al mismo nivel-- tras más de dos meses de obras. No obstante, aún quedan pendientes algunas actuaciones para que el proyecto, desarrollado por el estudio Daniel Jiménez y Jaime Olivera Arquitectos, esté completamente acabado, como la limpieza del suelo de la plaza López de Ayala --que se ha mantenido--, la señalización que indique la prioridad de los peatones y limite la velocidad en este tramo y la colocación de los bloques de piedra natural que impedirán que los vehículos invadan la plaza.

Jaime Olivera explicó que han decido utilizar este elemento "natural" en lugar de bolardos para no afear la estética de este "salón urbano", según lo definió.

La superficie en la que se ha colocado el nuevo pavimento de granito negro encina de las canteras de Villar del Rey es de 700 metros cuadrados. A ambos lados se han sembrado árboles (en total 18) que ayudan a separar la zona de los peatones y la de los vehículos. Olivera defendió que estos árboles (Jinco Vilova, una especie milenaria procedente de oriente, y Prunus Pisardi, cerezo salvaje) se han integrado en el proyecto con "cuidado exquisito". Añadió que se trata de especies de hoja caduca, resistentes a plagas y temperaturas extremas y de crecimiento "muy lento".

El arquitecto lamentó que la colocación de estos árboles haya recibido críticas "sin criterio ni conocimiento" y aseguró que se han tenido en cuenta que puedan desfilar sin problemas los pasos de Semana Santa y que la fachada de Las Descalzas no quede oculta.

También se han integrado en el pavimento balizas de iluminación con tecnología led, "que acompañan al arbolado y marca la entrada a la plaza López de Ayala", de bajo consumo y escaso mantenimiento.