«Estos humildes peregrinos te pedimos que seas para nosotros compañera en la marcha, aliento en el cansancio, sombra en el calor, arroyo cristalino en nuestra sed, consuelo en los desalientos, bálsamo en el dolor y firmeza en nuestros propósitos para que con tu guía lleguemos al término del camino». Con esta oración dirigida a la Virgen de Bótoa iniciaron ayer la ruta el centenar de devotos que convocó el Club del Caminante en Puerta Palmas para dirigirse hacia la ermita por la Cañada Real. La salida se marcó pasadas las cuatro de la tarde y la llegada estaba prevista cuatro horas más tarde, después de la misa. Varios kilómetros antes de llegar recogerían el estandarte de la hermandad para alcanzar con él su destino.

Al centenar de peregrinos que acudieron a la cita del Club del Caminante, muchos de ellos con sus medallas de la Virgen, se sumaron a lo largo del día otros cientos que hacen este trayecto a pie. El Club del Caminante recuperó hace más de 20 años la tradición de hacer el camino el día anterior a la romería, según recordaba ayer Joaquín Luján, promotor y guía de este colectivo. Tres leguas, equivalentes a 17 kilómetros, recorrieron estos devotos «a un ritmo ligerito» y algunos se quedaron a pasar la noche cerca de la ermita.