La caminata merece la pena, según cuentan quienes cada año hacen a pie el trayecto que lleva a la ermita de Bótoa, a lo largo de unos 17 kilómetros. El Club del Caminante logró reunir por la tarde a más de 1.200 romeros, mientras que con la Asociación Amigos de Badajoz salieron por la mañana, a pesar del mal tiempo, alrededor de 60 adultos.

El punto de partida es siempre puerta Palmas. La asociación de Amigos de Badajoz tenía fijada la hora de partida a las diez de la mañana, justo cuando más llovía. Pero a pesar de la lluvia salieron y el grueso del pelotón siguió por el camino que recorrió la Virgen cuando vino a Badajoz, haciendo parada en el puente del siglo XVI del río Gévora. Marca la tradición que a las cinco de la tarde, se abriese la verja para la ofrenda de flores y cantar la Salve. A esa hora los convocados por el Club del Caminante seguían la ruta paralalela a la carretera, para llegar antes de que anocheciera.