No son muchos pero sí muy bien avenidos y admiten a cualquiera que se incorpore al grupo, con el que comparten canciones, risas y viandas.

Medio centenar de devotos de la Virgen de Bótoa y amigos de mantener las tradiciones se reunieron ayer a las diez de la mañana en Puerta Palmas para realizar a pie el camino hasta la ermita, a lo largo de 17 kilómetros, siguiendo la antigua cañada real, que aunque es difícil de seguir en algunos tramos, intentan aprovechar los caminos.

Este grupo había sido convocado por la Asociación de Amigos de Badajoz, que organiza este recorrido desde hace diez años, con el objetivo de mantener viva una tradición. No son pioneros, porque el Club del Caminante lo lleva haciendo desde hace dos décadas, pero ellos lo hacen "de otra forma", porque "no es una marcha, sino un camino de hermandad, donde vamos charlando y cantando canciones alusivas y paramos varias veces a comer", contaba a la salida el presidente de la asociación, Antonio Manzano.

Para empezar, no hay nada tan reponedor como una copita de anís, roscos y pestiños, que los propios socios fríen y todos comen. A las 10.15 iniciaron la marcha mirando al puente, con el estandarte, todos con sus sombreros de paja y la cinta azul, fajines colorados los hombres y delantales las mujeres.

La primera parada fue en la venta del Gévora, un lugar singular porque entran desde el río viendo el puente del siglo XVI. Luego comen en la zona de la alameda, cercana al río Gévora, toman café en Valdebótoa y el último tramo, aunque se hace con más calor, es el más corto. Lo más emocionante es llegar antes de las cinco de la tarde, la Hermandad de la Virgen de Bótoa les abre la verja y los recibe. Ya en la ermita hacen la ofrenda de flores y cantan a la imagen una Salve compuesta por la asociación.