Periodista

El renovado alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán, ha venido repitiendo antes, durante y después de la campaña electoral que el PP no tenía porqué explicar en estos quince días nada a la ciudadanía, porque los vecinos de esta ciudad debían tener claro, después de ocho años de gobierno, cómo actúan y cómo gestionan los populares.

Yo pensaba que era una excusa. Durante quince días he comprobado sorprendida cómo el PP de Badajoz no celebraba ningún mítin en los barrios, salvo el de final de campaña, y se limitaba a llevar un autobús destartalado y empapelado de siglas, de un lado a otro, con los candidatos arriba y abajo. Pero una vez que el autobús llegaba a su destino, los candidatos populares no explicaban su programa, sino que se limitaban a repartir folletos con sus caras. La prensa se las ha visto y se las ha deseado para conseguir a diario informaciones electorales con contenido por parte del PP.

A medida que pasaban los días, yo confiaba en que esta táctica iba a cambiar, pero todo debía estar estudiado. Para más inri, los populares ni siquiera se preocuparon de preparar y dar a conocer un programa electoral. Se debieron sentar unos pocos una tarde en torno a la mesa de camilla y se pusieron a anotar ideas en un folio, hasta que juntaron 117 y, con eso, hicieron lo que llamaron un programa, que luego ni siquiera presentaron. Pues bien, el resultado de toda esta desgana ha sido que el PP ha vuelto a obtener mayoría absoluta en la ciudad. La conclusión: las campañas no sirven para nada, por lo menos la campaña de los quince días anteriores a la jornada de elecciones.