"Me aprendí de memoria el catálogo de papel de El Corte Inglés para gastar todo ese dinero en una hora como máximo y fui, entre los 17 representantes autonómicos, el que más se acercó al tope de gasto". Así explica Rodrigo Romero Presa, burgalés de 36 años radicado en Badajoz hace 13, cómo venció en la II Gran Carrera de Oro de los grandes almacenes españoles, celebrada en el centro de Sanchinarro, en Madrid, el pasado día 11 de noviembre.

Rodrigo Romero, maestro de Educación Física en un colegio de Torremayor y vecino de Badajoz, fue el seleccionado entre todos los concursantes que rellenaron los cupones en el centro de Conquistadores de la capital pacense, para competir con los de las otras 16 autonomías. "En realidad, fue mi pareja quien rellenó los cupones, uno con su nombre y otro con el mío, y fue éste el que salió elegido", según contó a este diario.

La Gran Carrera del Oro consiste en gastar en una hora 10.000 euros, o la cifra más aproximada posible, cumpliendo una serie de requisitos. El premio: la misma cantidad en cheques de los grandes almacenes, pero éste sin límite de tiempo "para gastarlo tranquilamente", dijo. El y su pareja tienen claro que "lo primero que compraremos será un cuarto para nuestro hijo, que tiene un año y un mes". Después, se plantearán otras posibles adquisiciones, como "un televisor, un ordenador, ya veremos", dijo.

Romero logró llenar su carro de la compra --debidamente tuneado-- con 65 productos por valor de 9.406 euros, lo que le llevó a lo más alto del podio; seguido por el gallego José Rouco --con una diferencia de 17,30 euros--, y en tercero, la joven Jair García --con 9.134 euros--. Cada uno fue acompañado por una chica que apuntaba el coste de las compras y lo comunicaba a la central para que apareciera en unas pantallas.

Es "la primera vez" que Romero Romero gana "un premio de cualquier tipo". La noticia de su selección le llegó justo cuando salía del hospital en el que le habían practicado una operación de retirada de la placa de una clavícula, en Badajoz. No obstante, competió con la fuerza de un ciclista --deporte al que es aficionado-- y demostró haberse preparado concienzudamente, lo que le dio mayor emoción al premio.

Las condiciones eran adquirir al menos un producto en cada una de las plantas del centro comercial, que no podían superar los 300 euros, ni repetir marca, modelo, color ni talla. Con estas estrictas exigencias, Romero le sacó partido al hecho de aprenderse de memoria el catálogo "de los Ocho Días de Oro, porque si no, no hubiera tenido tiempo para lograrlo". Compró prendas de ropa, material informático, una televisión, "muchas cosas de todo tipo", señaló.