Cuando se quiere, se puede. Esa tendría que ser la premisa en un asunto en el que todas las partes deberían guiarse por la defensa del patrimonio y la revitalización del casco histórico. Cuando en mayo del 2010 el concejal de Urbanismo, Celestino Rodolfo, anunció un plan especial para el desarrollo urbanístico de la zona más degradada del Casco Antiguo de Badajoz, no esperaría que las intenciones del ayuntamiento toparan con tantas dificultades, máxime cuando parecía que la labor más complicada, la de ir casa por casa conociendo la situación de cada uno de los vecinos y llegando a acuerdos para adquisiciones y realojos, parecía encaminada.

Entonces se dijo que en tres o cuatro años se verían las primeras edificaciones. Al día siguiente del anuncio, surgieron las primeras dudas entre la asociación de vecinos, la de Amigos de Badajoz y los grupos de la oposición, que alertaban sobre la necesidad de ser respetuosos. Desde entonces serían muchos más los que clamarían por la protección del entramado urbano y un diseño acorde con un entorno protegido.

La Inmobiliaria Municipal, por su cuenta y riesgo, elaboró el proyecto para las dos primeras manzanas de casas como si reprodujeran un arrabal árabe, una evocación que rápidamente varios colectivos denostaron y definieron como un poblado de colonización, con viviendas situadas en torno a patios comunitarios, sin puertas de entrada independientes por la calle, con torreones en lugar de conservar la línea de cornisa y todas de color blanco, cuando en el casco histórico predominan diferentes tonalidades que lo dotan de personalidad propia. A 400 familias, sin embargo, sí les gustan. Son las que han presentado su solicitud porque quieren irse a vivir a estas casas.

El debate continuó abierto. Tanto que en el acuerdo de investidura del alcalde Francisco Javier Fragoso, Ciudadanos incluyó la necesidad de un proyecto consensuado. La Inmobiliaria Municipal ha ido introduciendo modificaciones en el diseño de las primeras manzanas de viviendas e incluso lo expuso al público este verano. Pero había empezado la casa por el tejado, nunca mejor dicho. Este proceso participativo debería haber sido previo y abrir la posibilidad de recoger propuestas antes de presentar el diseño, en lugar de tener que trabajar sobre lo ya decidido. El equipo de gobierno municipal, ahora en minoría, requiere del apoyo de algún grupo de la oposición para aprobarlo como proyecto de actuación singular y cuyo estudio de detalle se debatirá en el pleno de diciembre.

Según los acuerdos alcanzados en mayo por distintos colectivos sociales y políticos en la denominada Noche de Velas y Música , todos descartaban llevar a cabo el proyecto del actual gobierno municipal sobre El Campillo. Entre los firmantes estaba Remigio Cordero, portavoz municipal de Podemos Recuperar Badajoz. Esta formación ha decidido que este asunto es lo suficientemente importante como para que los ciudadanos opinen sobre él. El lunes se inició la consulta popular que se prolongará 8 días. En 4 días han registrado 140 votos. No han concretado cuántos serán representativos. Esta formación se ha comprometido a que el resultado determinará la posición de su grupo en la votación en el pleno y al PP le bastará con sus 3 concejales para sacar adelante el proyecto. Pero el grupo de Ciudadanos, con el que tiene el pacto de investidura, tendrá algo que decir y no parece que esté muy conforme con el viraje de Podemos. Mientras consiguen ponerse de acuerdo, el deterioro de El Campillo sigue en pie.