Badajoz vive ajena a lo que ocurre en otras partes del país. Al menos una parte de Badajoz. Por eso, a veces, nos pensamos que nuestros problemas son únicos e intransferibles. Y no es así. Con más frecuencia de lo imaginable nosotros recorremos los mismos caminos por donde ya han transitado los demás. Y esta ciudad, la más grande de Extremadura, no deja de verse afectada, aunque vaya con retraso, por los procesos generales sufridos por otras de su mismo tamaño o mayores. Pongamos que la comparo con Madrid.

Las políticas autonómica y municipal de Madrid, no la general del Estado, a veces son de una semejanza sorprendente con las de aquí. Idénticos problemas y rifirrafes. Hace unas semanas el secretario general de los socialistas madrileños se descolgó pidiendo a los órganos del partido que adelanten la proclamación del candidato a la alcaldía de la capital de España. Se trata, claro, de desbancar en las urnas a la actual corporación, tarea difícil porque el alcalde Ruíz Gallardón tiene mucho peso específico y es de lo más presentable, además de haber hecho una política estéticamente eficaz. Otro problema es el endeudamiento y la política social. El PSOE necesita allí un candidato con peso específico, con perfil de izquierdas --moderados hay muchos--, con ideas y, sobre todo, con programa y equipo. No podemos creernos los votantes de la oposición que los resultados de las últimas elecciones hayan de ser como la maldición de los faraones.

Se le está pidiendo a la ejecutiva del PSOE un ejercicio de diligencia y de realismo por encima de la burocracia. La experiencia de legislaturas pasadas es demoledora, tanto si se ganan como si se pierden las elecciones. Una oposición de calidad es también importante. ¿Sería pedir mucho un movimiento semejante en Badajoz? Celdrán no es eterno, pero hay que oponerle un candidato con enjundia. Y, mientras, hacer una oposición seria, clara. No errática. Con propuestas que demuestren el interés en ganar y construir otro modelo de ciudad. El tiempo pasa volando.