Cientos de personas subieron ayer hasta El Campillo para asistir a la tradicional suelta de vaquillas con la que la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo despedía sus fiestas patronales. Este año había algunas novedades. Por primera vez, alumnos de la escuela taurina de la Diputación lidiaron las dos primeras vaquillas, mientras que la última se dejó para el disfrute de los aficionados. Unos y otros, a ritmo de charanga, se llevaron algún que otro revolcón --aunque Cruz Roja, que había desplazado una ambulancia y varios voluntarios, no tuvo que atender a ninguno por lesiones-- y también los aplausos del público.

Con capote, espada y banderillas exhibieron sus habilidades los seis alumnos de la escuela taurina: Carlos María, María del Mar Santos, Gerardo Adame, Rubén Lobato, Cuqui y Luis Miguel Naharro, bajo la supervisión de su director, Antonio Jiménez. La carne de las vaquillas, de la ganadería de Bernardino Píriz, se repartirá entre los conventos de la ciudad.

Otra de las novedades de este año es que no se han repartido dulces con aguardiente porque, según el presidente de la asociación vecinal, José María Soriano, "la gente ya no los pedía". En cambio, la Hermandad del Resucitado repitió la garbanzada que elaboró por primera vez el año pasado y ayer repartió de forma gratuita 170 raciones de cocido entre los asistentes. "Llevan de todo: chorizo, morcilla, espinazo, codillo de jamón, ternera...", destacaba Carlos Ruperto Alvarez, vocal de la hermandad y uno de los cocineros.

Parece que los cambios han sentado bien a la fiesta ya que, según Soriano, había "más público" que otros años. Al Campillo se acercaron el alcalde, Miguel Celdrán, el portavoz del PSOE, Celestino Vegas, y otros miembros de la corporación.