Aunque no me gustan las sagas de columnas, reconozco que es un buen recurso para poder hablar ampliamente sobre algún tema. De ahí que dedicaré a los asuntos de Don Carnal al menos dos artículos. Y es que el Carnaval de Badajoz da mucho de sí.

Es el caso de la polémica surgida esta semana en el concurso de murgas debido a la decisión del ayuntamiento de prohibir a las formaciones que permanecieran en el López de Ayala tras su actuación. Una medida que cogía a casi todos por sorpresa y que, al parecer, se adoptó por "motivos de seguridad".

Es entendible que la preocupación por el deterioro que, año tras año, sufre la única sala teatral de la ciudad, haya también llevado a la organización a tomar una decisión que no gustaba a nadie y que afortunadamente se corrigió. Y es que no sería la primera vez que los responsables del teatro se quejaran del mal uso que, en carnaval, se hacen de él. Ni que decir tiene que es fundamental el comportamiento cívico de todos los que acuden al López estos días, pero también es inevitable que el teatro se resienta al acoger una actividad festiva como esta.

Por tanto volvemos al ya largo debate sobre la búsqueda del lugar idóneo para albergar el concurso de murgas de Badajoz. Muchos aún recordamos la peregrinación que su ubicación sufrió por distintos lugares la ciudad. Desde el ya desaparecido teatro Menacho, hasta la Granadilla, pasando por distintas carpas.

Pero es evidente que a las murgas les gusta cantar "en el Lopez". Lo dicen sin pensárselo cuando se les pregunta y con ellos coincidimos la mayoría.

Pero se pueden buscar soluciones intermedias. En Badajoz contamos con una importante infraestructura donde también podrían cantar las murgas: el Palacio de Congresos cuya gestión es ahora de la Junta de Extremadura, pero que podría ser municipal si se cumple el compromiso adquirido tras su construcción.

Se podría repartir la carga . Es decir, celebrar las preliminares y semifinales en la Ronda del Pilar y reservar para la gran final el teatro López de Ayala. E incluso, la instalación ese día de una pantalla gigante en San Francisco evitaría algunas colas y conseguiría el pretendido ambiente de la noche del viernes.