Hacia las 13.35 horas de ayer se derrumbó una casa en el entorno de la plaza Alta sin que se produjeran víctimas. El inmueble se hallaba vacío en ese momento, aunque uno de los moradores, hijo de la propietaria, María Fernández, vio desplomarse parte de la techumbre sobre una de las habitaciones desde una esquina cercana, según manifestó a EL PERIODICO.

María Fernández, una mujer de 80 años, propietaria de la casa donde vivió con su familia desde pequeña, en el número 6 de la calle Jarilla, había salido a comprar la comida del día, y sus tres hijos --de 36, 41 y 55 años--, que viven con ella, también se hallaban fuera. El menor fue testigo del suceso y según dijo, "me quedé blanco al verlo".

La policía local acudió de inmediato y valló la zona, al tiempo que se avisó al arquitecto municipal, quien determinó que no se entrara en la vivienda; y poco después, los servicios sociales.

María Fernández mantiene a su familia con "una paga de 42.000 pesetas" --252 euros--, de la que "vivimos todos, porque nosotros no trabajamos", explicaba el hijo menor. La mujer se esforzaba por explicar que tenía la escritura de la vivienda y se quejaba de no tener a dónde ir, "los familiares que tenemos viven en casas muy pequeñas y no cabemos", dijo.

Esta vivienda que se encuentra en la parte alta de la calle Jarilla, enfrente de la Torre de Espantaperros, se encontraba muy deteriorada. En esta zona, la de El Campillo, hay en la actualidad muchos inmuebles en ruinas y derribados.