Hacía tiempo que no daba una vuelta sosegada por el Casco Antiguo al mediodía de un sábado y me sorprendió tanto bullicio en las calles, tanta gente recorriéndolas, paseando y llenando las terrazas. El día anterior la Junta de Extremadura había anunciado nuevas medidas restrictivas ante el avance de los contagios y la prohibición de reuniones con más de seis personas. La limitación entraba en vigor esa noche y puede que hubiesen proliferado las pandillas de amigos que aprovechaban las últimas horas para despedirse de sus encuentros grupales. Además, la buena temperatura invitaba a disfrutar del aire libre.

A todo ello se sumó una iniciativa del ayuntamiento sin parangón en el centro histórico: el concurso ‘Badajoz pinta’, que ha consistido en poner en valor muros, vallas y medianeras desnudos de este singular entorno convirtiéndolos en obras de arte urbano a cargo de pintores talentosos, tanto aficionados como profesionales, de muy dispar procedencia, que no dudaron en recorrer miles de kilómetros para dejar su impronta artística en un museo al aire libre aún por descubrir. Sin ir más lejos, la ganadora del concurso, Anna Repullo, artista profesional, procedía de Barcelona. Fue un lujo verla pintar y su creación en una medianera de Concepción Arenal es un regalo. 70 artistas mostraron interés en plasmar su creatividad en estas paredes y 40 bocetos fueron elegidos. Acudieron casi todos y los que no lo hicieron fue porque la pandemia se lo impidió. Los que procedían de fuera no sabían nada de Badajoz, con lo que esta apuesta también ha servido para dar a conocer esta ciudad y su entramado histórico y que se corra la voz

La elección de El Campillo fue merecida e intencionada, pues se trata de la zona más degradada del centro histórico de Badajoz, que desde hace años es objeto de un proyecto de regeneración por parte del ayuntamiento, que ha costado arrancar y que parece estar viendo la luz. Pero aún tardaremos en ver las nuevas viviendas en pie. Lo curioso es que el concurso haya partido de la Concejalía de Comercio, en lugar de Turismo o Cultura, pues El Campillo y Concepción Arenal, donde se concentran los murales, son la zona menos comercial de Badajoz. No existe ni una tienda. Ni se la espera.

Con la bendita excusa de ver a los pintores realizar las obras en directo, cientos de visitantes se acercaron a lo largo del fin de semana a estas calles que seguramente muchos nunca han pisado o hacía tiempo que no recorrían. Precisamente porque allí había poco que ver. Hasta ahora. Ahora El Campillo es un muestrario de arte urbano en vivo, digno de ser recorrido en el perímetro que rodea el yacimiento arqueológico. Tal es así que, según han anunciado, la Concejalía de Turismo prevé organizar visitas guiadas por estas creaciones de arte mural, que se definen como efímeras, pero que en otros enclaves están sirviendo de reclamo para los turistas como verdaderas exposiciones al aire libre. Es en lo que se ha convertido gracias a esta iniciativa El Campillo, el área más triste de la ciudad.

Ojalá que el trabajo de todos estos artistas urbanos fuese efímero de verdad y tuviese los días contados a la vuelta de hoja del calendario, porque significaría que los muros, vallas y medianeras entre ruinas que han servido de soporte a su precioso trabajo han desaparecido y que en su lugar se han levantado casas llenas de vida. Ojalá las próximas ediciones de este concurso se tengan que celebrar en otros espacios con perspectiva de regeneración. Ojalá que esta iniciativa haya servido para revitalizar y acercar a los ciudadanos a una parte de Badajoz que también forma parte de esta ciudad y suponga que, de verdad, el Casco Antiguo pinta algo, pinta mucho, en un futuro esperanzador, que en estos momentos no pinta demasiado optimista.