TLtleva poca agua pero está corriendo. Se desliza por el fondo de su amplio encauzamiento, flanqueado por los jardines. Está lloviendo pero no lo suficiente como para que la escorrentía le haga tener una mayor presencia. Así y todo tiene momentos en que se le ve con cierta alegría a su paso por los flamantes puentes. Es el modesto Rivilla que un día se nos encabritó y nos trajo la desgracia y que ahora, enfundado en su nuevo traje --crecedero para que pueda contenerlo si en algún momento vuelve a ponerse furioso-- fluye tranquilo hacia el Guadiana.

Me he asomado para verlos. Pequeño y recatado dentro de su cauce, el Rivilla, grande y poderoso en comparación con el Guadiana que en este húmedo invierno algo ha engordado; visión pasajera no obstante porque volverá a ser lo que ya hace mucho tiempo viene siendo: un río con el fondo recrecido necesitado de drenaje para que se profundice su cauce y corran más claras sus aguas. Y no me lo invento yo, sino que hace unos dos años me lo contaba un aficionado al buceo. Está tan sucio que se ve muy mal bajo la superficie. Eran ellos, los buzos, los que reclamaban un drenaje. Más recientemente, cuando la lluvia aún no había hecho aumentar el nivel, en el punto donde estaba antiguamente la playa vi una oveja que andaba tranquilamente por el agua, muy adentro pero sin llegar a mojarse la panza. Pensé en ese momento en los buzos y en lo que me contaron sobre la necesidad de que se drene el río. Espero que se haga dentro de las obras de recuperación de la margen derecha cuando estas, finalmente, empiecen. Así deseo que sea y que dentro del presupuesto algo se destine para hacer más profundo el cauce porque son muchos los beneficios que esto nos reportaría. Hace ya demasiado tiempo que se espera el inicio de un proyecto que aún debe ser adjudicado. Dicen que será antes del verano.

"Que así sea", pienso mientras desde el puente viejo miro aguas arriba, hacia donde el Rivilla hace su humilde aportación al Guadiana.