Cáritas de Mérida-Badajoz atendió el pasado año a través de sus ayudas y programas a 7.235 personas, aunque indirectamente las beneficiadas fueron cerca de 19.500. La cifra es «ligeramente» inferior a la del 2015, por lo que una de las principales «preocupaciones» es que las secuelas de la crisis económica mantengan en una situación de pobreza severa a muchas familias, a pesar de que la economía empiece a despuntar. Para luchar contra ello, la oenegé apela a la necesidad de que la sociedad se sensibilice y se sienta corresponsable de asumir los «valores del bien común y del compartir».

El director de Cáritas, Jesús Pérez Mayo, y el delegado diocesano de la oenegé, Francisco Maya, presentaron ayer la memoria del 2016 con un doble objetivo: «rendir cuentas» y «agradecer» a quienes han colaborado. En total, el año pasado se invirtieron casi 4,1 millones de euros (el 74% de financiación privada y el resto, pública), que se destinaron a la acogida y atención de necesidades básicas, a las 127 Cáritas Interparroquiales, a inclusión social, voluntariado, formación y sensibilización, los centros residenciales, el de promoción y empleo y cuatro viviendas para la vida autónoma, así como otros programas, entre ellos, el de personas afectadas por la crisis, a través del que se concedieron 1.656 ayudas directas y se apoyaron 26 proyectos por más de 209.000 euros.

El perfil de las personas que recurren a Cáritas no ha variado con respecto a los últimos años: mujeres jóvenes, de nacionalidad española, con hijos y con todos sus miembros en paro. «Son familias que están en situación de pobreza severa, que se está convirtiendo en un problema estructural», recalcó Francisco Maya, y que no reciben otra ayuda que la de Cáritas. «Gracias a que estamos ahí, alguien se preocupa de ellos», añadió el director de la oenegé.

El lema de la memoria de este año es La casa común, la casa de todos, porque la acción de Cáritas pretende ser «algo más que una ayuda puntual, queremos construir comunidad y nos preocupamos por las personas y lo que queremos es que se inserten en la sociedad», señaló Pérez Mayo. Esto es lo que quisieron simbolizar ayer en el paseo de San Francisco en un encuentro con voluntarios, donde se leyó un manifiesto, para terminar con una oración en la iglesia de San Juan Bautista.

MÁS PUERTAS / El director de Cáritas quiso poner en valor el trabajo de los 1.800 voluntarios --es una de las instituciones con mayor volumen de voluntariado-- y la importancia de las aportaciones de los más de 6.800 socios con los que cuenta en la diócesis. En este sentido, Pérez Mayo señaló la necesidad de que Cáritas «se abra más» a ciudadanos, empresas e instituciones que todavía no colaboran con la oenegé, que ya el año pasado puso en marcha una campaña de captación con el lema Sé parte, con la que han conseguido un centenar de nuevos colaboradores y también que se incremente la cuantía de las donaciones. «Estamos convencidos de que si alguien aún no es parte no es porque no quiera, sino porque no hemos llegado todavía a su puerta», dijo.

Sobre las necesidades de Cáritas, el director y el delegado diocesano coincidieron al destacar que una de las mayores dificultades es encontrar financiación para aquellos proyectos que no son tan visibles, pero que para la oenegé resultan fundamentales para conseguir ese objetivo de construir barrio y generar un tejido social responsable, que son los referidos a sensibilización y animación social.