La primera jura de bandera para personal civil organizada por la base aérea y el Ala 23 en la ciudad, que se celebró ayer en la plaza Alta, ha sido una de las más multitudinarias de los últimos tiempos, con 277 personas mostrando su fidelidad a la enseña nacional (solo en el 2010, con 400 jurandos, se superó la cifra).

La ceremonia estuvo presidida por el coronel de la base aérea, Francisco Baños, que pasó revista a las tropas acompañado por el alcalde, Francisco Javier Fragoso. El acto contó con la participación de la Banda de Música del Acuartelamiento Aéreo de Tablada (Sevilla) y dos aviones F-5 sobrevolaron fugazmente la plaza Alta tras el homenaje a los caídos. También fueron protagonistas un grupo de alumnos del colegio Los Maristas, que portaron la bandera de España tras su arriado.

Fragoso y el coronel Baños pasan revista a la tropa.

En su intervención, tanto Baños como Fragoso coincidieron al destacar la estrecha vinculación que la ciudad ha mantenido con las Fuerzas Armadas en general y, en particular, con la base aérea en sus más de 60 años de historia. El coronel, que entregó una placa de recuerdo al alcalde, se congratuló del «éxito» de la convocatoria. «La bandera representa a todos los que nos sentimos españoles, nuestra diversidad y es el símbolo de la unión y convivencia que debe prevalecer entre todos nosotros», defendió.

Foto de familia de la Asociación de Veteranos de la base aérea.

Vanesa Álvarez juró la bandera vestida de mantilla. Su hermana y su cuñado pertenecen al Ejército del Aire y desfilaron ayer. Junto a ella, juraron su madre y su tía. «Ha sido muy emocionante», comentó. Aseguró que para ella este gesto supone «sellar» su compromiso con España «en estos momentos que está tan en duda la patria común e indivisible».

Alumnos de los Maristas portan la bandera tras su arriado.

Sara de la Hoz y su marido decidieron jurar bandera coincidiendo con el cumpleaños de sus dos hijos, de 7 y 4 años, aunque se quedaron con «la pena» de no poder llevarlos de la mano en el acto, pues no estaba permitido. «A mi marido le encanta el mundo militar y yo he venido por acompañarlo, pero cuando he pasado a besar la bandera iba tiritando de emoción», reconoció.