Técnicos municipales han tomado medidas del perímetro del Nuevo Vivero para estudiar qué tipo de cerramiento se colocará en el exterior del estadio con el fin de protegerlo de los efectos del botellón , que está ocasionando numerosos daños a esta instalación deportiva.

El ayuntamiento ha decidido poner un cerramiento, para lo que ha encargado un informe técnico que determinará la conveniencia de cerrar todo el perímetro, que ronda los 500 metros, o solo el acceso principal al estadio. También determinará el presupuesto que se deberá invertir en esta actuación, según el concejal de Deportes, Miguel Angel Rodríguez de la Calle, quien reconoció que el estadio "está cada día peor" y aseguró que "la voluntad del equipo de gobierno es resolver esta situación lo antes posible".

La solución que finalmente se adopte, según el concejal, dependerá del informe de los técnicos, ya que hay que evitar que se rompa la estética del estadio, aunque reconoció que el botellón afecta a todo el perímetro, no sólo a la entrada principal.

El Nuevo Vivero es, junto con el recinto ferial de Caya y el paseo Fluvial, uno de los emplazamientos designados por el ayuntamiento para el consumo de alcohol en la calle después de que se aprobara la Ley de Convivencia y Ocio de la Junta en el 2003.

ESTADO LAMENTABLE La concentración de cientos de jóvenes las noches de los fines de semana deja el exterior del estadio en unas condiciones lamentables, que ha denunciado en reiteradas ocasiones la Asociación Afición Blanquinegra, gestora del Club Deportivo Badajoz.

Ventanas con cristales rotos, paredes llenas de grafitis, basura, suciedad y restos de orines en todos los rincones, son, junto con puertas forzadas y sin manillas, y huellas de frenazo en las aceras, algunos de los efectos del botellón , que tienen que soportar las personas que trabajan o acuden a diario al estadio.

Aunque el Servicio de Limpieza recoge la basura cada sábado y domingo por la mañana, Afición Blanquinegra se queja de que rincones y aceras no se limpian con agua a presión, por lo que la suciedad se va acumulando y el olor se hace insoportable.

Por ello, planteó al ayuntamiento la colocación de un cierre, al menos para proteger la zona de los soportales, por donde se accede a las oficinas. Este lugar, según manifestó a EL PERIODICO el vicepresidente de la asociación, Cecilio del Cid, sirve de refugio a los botelloneros cuando llueve y el porche quedan intransitables, y tampoco se salvan las taquillas.