Los vecinos de las 40 unifamiliares que construyó la Junta de Extremadura en las calles Grecia e Italia, en la parte nueva del Cerro de Reyes, para realojar a los afectados por la riada, llevan mucho tiempo sin poder dormir tranquilos cada vez que llueve. El agua no solo les trae a la memoria la tragedia de hace once años, sino que en cualquier momento sus tuberías no dan abasto y se inundan sus casas.

Las humedades han sido constantes y tras dos años de denuncias, la Junta ha respondido a sus quejas. Desde hace dos meses están procediendo a reparar los problemas de la red de saneamiento de las viviendas. Pero a las deficiencias encontradas en las cañerías se ha sumado otro problema que ahora quieren que solucione el ayuntamiento, pues al abrir se han dado cuenta de que las tuberías están totalmente colapsadas por las raíces de los árboles que se plantaron en las aceras cuando se construyeron las casas. Según cuenta una de las afectadas, Rocío Parra, ya se han dirigido al ayuntamiento para exigirle que arranque los árboles, pero no han recibido contestación alguna. "Que quiten los árboles porque si no, este problema lo vamos a tener siempre", reclama.

Las casas se las dieron en el año 2000 y todos son propietarios, pues les fueron permutadas por las que ellos tenían en la zona inundada de la riada. "Nos tenían que haber dado casas en condiciones, como las que nosotros teníamos antes y se tienen que hacer responsables", reclama Antonio López. Clotilde Saché, otra de las afectadas, cuenta que desde el principio han padecido los problemas de las humedades. Cuando ahora han abierto, han descubierto que en las arquetas había restos de la obra, desde monos de los albañiles, a herramientas, cubos y restos de materiales. También han encontrado cañerías rotas y otras mal encajadas, que han facilitado el camino a las raíces de los árboles en busca de agua.

Ahora llevan semanas en obras. Para poder desatascar las tuberías, les han tenido que levantar el suelo de las viviendas, pero tras llevar días con los agujeros abiertos, la mayoría han pedido que se los cierren provisionalmente porque no pueden soportar el olor. Además, ahora les han dicho que las baldosas que en su día se colocaron en sus casas ya están agotadas, con lo cual las nuevas que les coloquen serán distintas, "como remiendos", lamenta María Pulido.