Cientos de personas acudieron ayer al funeral de cuatro de los cinco fallecidos en el accidente ocurrido el pasado jueves en Tarragona. Faltaban veinte minutos para que empezara la misa, cuando el templo estaba abarrotado, por lo que fueron muchos los que no pudieron entrar para despedir a Narciso Matamoros Recio, Mariano Rodríguez Gracia, Margarita Hernández Lozano y Francisca Robles Barroso, los dos policías nacionales que perdieron la vida junto a sus esposas y un tercer policía, Manuel Nogales Marín.

Este último fue incinerado en la mañana de ayer en Amposta (Tarragona), donde permanecen sus hijos al cuidado de su madre, Josefina, que resultó herida de gravedad, por lo que fue ingresada en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa, aunque su vida ya está fuera de peligro.

Los cadáveres llegaron ayer sobre las siete de la mañana al tanatorio de Badajoz, después de un largo camino desde Tarragona. Durante toda la jornada, las familias recibieron numerosas muestras de afecto de vecinos y amigos, así como de policías compañeros de los fallecidos.

A las cuatro de la tarde, los cuatro féretros llegaron, cubiertos de flores y escoltados por vehículos de la Policía Nacional, a la iglesia de San José, donde les esperaban la delegada del Gobierno, Carmen Pereira, el jefe superior de la Policía Nacional, Eusebio Escribano, el director de Servicios Sociales de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Campón, y la directora del Inserso, Natividad Enjuto, que asistió al encontrarse los tres matrimonios disfrutando de unas vacaciones del Inserso cuando sufrieron el accidente.

También asistieron el alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán, y varios concejales y diputados del PP, que quisieron dar el pésame a las familias y apoyar a su compañero el diputado Luis Alfonso Hernández Carrón, sobrino de uno de los fallecidos.

La misa, concelebrada por varios sacerdotes, fue presidida por el vicario general, Sebastián González, que ofició en nombre del arzobispo Santiago García Aracil, que no pudo asistir porque se encontraba en un encuentro con los grupos de Cáritas, por lo que envió, a través de una carta, palabras de consuelo y esperanza a las familias, rotas por el dolor y el cansancio.

UN TRAUMA En la calle, Eusebio Escribano destacó la relación que los tres agentes mantenían con la Jefatura, pese a que dos habían pasado a segunda actividad y uno estaba jubilado. "Ha sido un palo grandísimo para todos los funcionarios de la Jefatura, están muy consternados".

Pereira explicó que acababa de hablar con los hijos del otro policía muerto, Manuel Nogales, "y están muy emocionados, allí solos, con la familia más cercana, deseando la recuperación de su madre, que no es sólo física sino psicológica, porque tiene que superar el dolor y el trauma que ha sufrido".

Josefina se encuentra fuera de peligro, aunque su estado es delicado, por ello el traslado a Badajoz no podrá realizarse hasta que los médicos los recomienden. "Por parte del Servicio Extremeño de Salud hay una disposición total a colaborar", según Pereira, quien aseguró que el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, se iba a poner en contacto con ellos.

Vara llamó ayer al secretario del Sindicato Unificado de Policía (SUP), Francisco Sánchez Espinosa, para trasladarle su pésame. "El los conocía, coincidieron cuando el presidente trabajaba en Badajoz como forense", explicó Espinosa.