TMte voy unos días de vacaciones, pero antes y como si de un ritual se tratara, me he dado una vueltecita por las rebajas de la calle Menacho. La diferencia es que esta vez me he enterado poco de descuentos y pares sueltos y en su lugar me he empapado de ciruelos japoneses. Que resulta que es un árbol muy bonito y cargado de todo el exotismo nipón, pero que además de flores lo que va a dar, si nadie lo remedia, serán motivos para una nueva polémica en la ciudad.

No hizo falta preguntar por el cartel que junto al anuncio del 70% rezaba "Arboles No. Gracias". Rápidamente el propietario-dependiente de la tienda me contó sus penas: las obras de la calle, la competencia de los centros comerciales, la ausencia de portugueses, la crisis económica, y encima, me dijo, "los dichosos arbolitos que el Ayuntamiento se empeña en ponernos"

La polémica sobre los árboles que contempla el proyecto de "plataforma única" en la calle más comercial de Extremadura se veía venir. Desde que se conocieron los detalles de las reformas previstas, los comerciantes, apoyados por la asociación de vecinos, se opusieron a la idea de poner árboles a lo largo de la calle Menacho y, por lo que se ve, las conversaciones, si es que las ha habido, no han modificado el proyecto inicial.

Dicen los comerciantes que la calle es ya de por sí muy estrecha, que las ramas taparán los escaparates de las tiendas, que fastidiará el sistema de microclima, que los árboles ensuciarán la calle o que en un futuro podría haber problema con las raíces.

Las explicaciones parecen todas razonables y si te pones a buscar no encuentras muchas calles comerciales en otras ciudades decoradas con árboles. Podemos pensar en algunas señeras como la calle Preciados u otras más cercanas como Santa Eulalia. Antes, en los pueblos, el prestigio y la belleza de una calle se medía por la robustez de sus árboles. Con el tiempo se ha comprobado que, dentro de una ciudad, los árboles donde mejor están son en los parques y jardines.