Aunque es difícil ser objetivo en un asunto como la limpieza --pues cada cual tiene un concepto de lo limpio-- creo que somos mayoría los que tenemos la impresión de que esta ciudad está sucia y yo soy de las que opina que, por supuesto, no toda la culpa es del ayuntamiento, sino que para muchos ciudadanos el olor a limpio se circunscribe a las cuatro paredes de su casa (y a veces ni eso) donde no se les ocurriría tirar al suelo el envoltorio del paquete de tabaco, no así en plena calle desde el coche, sin el menor rubor.

Que esta ciudad puede estar más limpia de lo que está quedó plenamente demostrado durante la celebración de la Cumbre Hispanolusa, donde en apenas quince días se borraron casi todos los vestigios de desidia pública. También soy de los que creo que el servicio municipal de Limpieza no puede funcionar todo lo bien que debería cuando la mayoría de su personal es eventual, sin ningún apego profesional a este trabajo, que de todas formas no puede ser muy vocacional. Antes de la privatización, considero que habría que probar con funcionarizar a los trabajadores de un servicio que es fundamental para mejorar la imagen de una ciudad que aspira a serlo.