TLta palabra colectivo no entusiasma. Cuando se habla de colectivos uno no sabe si ponerse a temblar o echarse la siesta porque suelen tener, por normal general, una supuesta, imaginada o consentida vocación de presión social y un inagotable discurso capaz de dormir al más despierto a base de reivindicaciones, reclamaciones y otras protestas.

La sociedad civil, la opinión pública, los colectivos sociales, el asociacionismo en general, engrandece, dinamiza y consolida la musculatura moral, intelectual y solidaria de una comunidad pero la presencia, en su ámbito, de líderes de medio pelo que puedan considerarse empresarios sin empresa, eruditos a la violeta, expertos en la teoría, analistas sobre el papel y representantes sin pasar por las urnas empequeñece la acción y arruina los proyectos. Hay quienes se erigen en presidentes de barrios o portavoces de vecinos cuando cuentan con apenas un puñado de socios y ni la mitad acude a las asambleas. Hay quienes alardean de autoridad moral o representatividad social cuando la masa ciudadana que les sustenta apenas se aleja del entorno familiar. La sociedad civil que funciona protesta con responsabilidad, reivindica con equilibrio, exige con respeto, analiza con objetividad, pide después de dar, espera con paciencia y, mientras tanto, se aleja de todo lo que huela a inoportunidad, ideología o egolatría. El asociacionismo que despunta trabaja sin ruedas de prensa, se entrega sin ponerse a la venta y recoge los frutos en forma de personas dispuestas.

Lo bueno que tiene el rastro del Casco Antiguo es que permite la confabulación. Un par de amigos de siempre y yo hemos creado la Asociación para el Progreso de Badajoz. Un grupo de compañeros, cinco, para ser más exactos, hemos resuelto formar el Colectivo de Izquierda Liberal de Badajoz. Quince vecinos del barrio damos mañana mismo de alta la Asociación Ciudadana del Casco Antiguo. Concernidos por las necesidades sociales, tres conocidos con los que no mantengo mucha relación me han propuesto organizar la Asociación para la Recuperación de los barrios periféricos de Badajoz. Todo esto dio de sí una mañana de sábado.

Ahora sólo nos queda enviar notas de prensa y empezar a opinar sobre Badajoz. Como uno más en el circo de la pretenciosa y caótica reivindicación.