En una sociedad hedonista y consumista como la actual, en la que se sobreprotege a los niños hasta límites insospechados, al mismo tiempo que se les expone a peligros, como pueden ser algunos programas de televisión, ir a la escuela se ha convertido para una amplia mayoría en un castigo. Cada mañana, muchos niños pacenses salen de hogares acogedores con cuartos infantiles repletos de juguetes y videoconsolas, con todas las comodidades posibles, para llegar a colegios destartalados y viejos, muchos de ellos entre rejas, donde pasan frío en invierno y cuando llega abril se asan de calor. Colegios que carecen de las comodidades básicas de una sociedad desarrollada del siglo XXI.

El debate sobre la educación no debe centrarse sólo en los contenidos, sino también en el continente. El esfuerzo por estimular a los escolares y hacerles atractivo el sistema educativo, pasa también por que la Junta de Extremadura y el ayuntamiento, de una vez por todas, se tomen en serio el entorno escolar. Los jardines, las pistas polideportivas y las instalaciones modernas, seguras y accesibles, no deben exigirse sólo para los barrios, también para los colegios y los institutos.