La ampliación de las instalaciones del comedor social de la calle Martín Cansado va a permitir la puesta en marcha de un economato social que funcionará por puntos, del que se beneficiarán las familias que ahora reciben alimentos que se llevan a sus domicilios. Con el economato podrán llevarse a diario los productos que necesitan, en lugar de recibir periódicamente un lote con los que hay disponibles. El proyecto es inminente, pues ya han comenzado las obras en la parcela anexa al edificio del comedor, que adquirieron las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl con la intención de mejorar las prestaciones a personas que atienden diariamente. La responsable, sor Ana Martínez, no pone fecha a los nuevos servicios que van a incorporar, como tampoco les pone límite. «Sobre la marcha», es su respuesta.

Las obras en la parcela anexa comenzaron a primeros de diciembre y ya se ve la cimentación del nuevo edificio, que contará con tres plantas. El uso de las dependencias de la tercera planta está por definir. El proyecto del nuevo edificio prevé la instalación de ascensor. La primera planta permitirá la ampliación del espacio del comedor, con un nuevo office, de forma que el de ahora se incorporará a la cocina. La mitad del comedor actual se unirá a la planta nueva. La reforma permitirá adecuar un espacio para la espera de los usuarios, de manera que no tengan que aguardar en la calle, a la intemperie.

Este comedor atiende una media diaria de 45 a 50 usuarios, que acuden a desayunar, al mediodía y para la cena. La cifra se incrementa a 70 beneficiarios los domingos y festivos, porque estos días no funciona el de la calle San Pedro de Alcántara. «El comedor se nos queda pequeño», reconoce la responsable. Pero eso nunca ha supuesto que nadie se haya tenido que quedar fuera, pues cuando ocurre, habilitan una sala de espera con mesas.

En la segunda planta se pondrá en marcha el economato social. Inicialmente, abriría todas las mañanas y se intentará que también pueda funcionar por las tardes. Los productos no se dispensarán a cambio de dinero (como se hace en el economato social de El Nevero, a un precio por debajo del de mercado), sino que su valor se medirá con puntos. De esta iniciativa aún quedan por concretar detalles, que se decidirán «según vayamos viendo las dificultades y los aciertos». En la actualidad, el comedor social de Martín Cansado atiende a 180 familias, aunque esta cifra fluctúa. A diario acuden una decena de familias a las que entregan los productos que les llegan del Banco de Alimentos, del Fega, o de donaciones particulares y de supermercados. Se les preparan los carros y los receptores se los llevan en sus carritos de la compra y bolsas. Pero su idea es que funcione como una tienda, con un horario comercial, con estanterías en las que se expongan los productos disponibles y que cada uno se lleve lo que necesite, libremente, a cambio de puntos. No sólo productos no perecederos, pues no descartan poder ofrecerles alimentos frescos, que conservarán en cámaras frigoríficas. Todo el equipamiento ya está previsto y presupuestado.

La responsable desconoce cuándo podrán poner en marcha estos nuevos servicios, pues dependen del ritmo de las obras, de los permisos y de la concreción del proyecto. «Para ayer mejor que para mañana», señala sor Ana Martínez, para quien estas iniciativas que ahora pretenden llevar adelante tienen como objetivo la dignificación de las personas que atienden y de ahí su empeño en terminar con las colas y en que los beneficiarios puedan elegir con libertad, en lugar de mendigar.