THtay cosas con las que no puedo. La hipocresía de quienes reprueban en los demás lo que aplauden a los suyos, la torpeza de los que sólo se alimentan de su prensa de cabecera mientras denigran a la que tienen enfrente y la descarada manipulación de todos esos que, pregonando estar al servicio de la verdad, demuestran que sólo les importa su verdad. Hablemos del alcalde de Valladolid, de Sánchez Dragó y de las declaraciones de Rajoy a El País a propósito de la ley del matrimonio homosexual.

El primero, dijo de la ahora ministra que su "carita" y "morritos" le llevaba a pensar siempre en "lo mismo". La progresía de salón salió en tromba pidiendo su cabeza. Sin embargo, un concejal socialista de Barcelona dijo de la directora de TV3, tras entrevistar al amado Montilla , que estaba "mal follada". Camacho , el secretario de Estado de Interior, se despachó a gusto en groserías con una diputada popular y Guerra llamó "mariposón" a Rajoy, ante la carcajada general de la izquierda, por no hablar sobre los comentarios de "plumeros" del afamado Pepiño o cuando el progre oficial Wyoming le pregunto a Pajín si su nombre era sinónimo de masturbito. Nadie ha pedido disculpas, nadie ha dimitido, todos se lo han pasado muy bien.

El segundo, escritor polémico y algo antipático, ha escrito en un libro, ficción o no, quién sabe, que se acostó ¡hace 43 años! con dos chicas de 13 en Tokio. De nuevo la moralidad progre. Poco ha faltado para pedirle galeras. Que si como Polanski , que si pedófilo, que si pederasta, a la hoguera con él. El caso es que en la historia de la literatura hay demasiados momentos como el ahora descrito e incluso peores. Pero, aun cuando fuera verdad lo relatado en el libro, si hubo consentimiento, no hay delito según nuestra legislación.

Y el tercero, sólo ha dicho que no le gusta el nombre "matrimonio" para las uniones homosexuales y que no se compromete a mantener la ley, tal como está ahora, la avale o no el Constitucional. No he leído que la vaya a derogar. Tampoco he leído del lobby gay si, en el caso de que el Constitucional no la avale, acatarán o no la sentencia.

La hipocresía, la falta de información y la manipulación abonan ese facherío progre que busca silenciar al oponente y confundir al ingenuo. Afortunadamente, siempre hay quienes el cuerpo les pide comisaría y no están dispuesto a seguir pasando por tontos.