Los del pepé regional llevan una larga temporada haciendo bastante el ridículo. Cierto es que casi nunca han demostrado altura política ni han sido depositarios de confianza, pero las últimas semanas parecen estar rivalizando unos y otros para determinar quién o quiénes estrellan definitivamente al partido contra el fondo del barranco o, en su defecto, lo pulverizan haciéndolo desaparecer en el aire. Toda esa historia de compromisarios y candidatos tiene pinta de concurso cutre y de rivalidad de barrio, más cerca de un "aquí hay tomate" que de planteamientos o compromisos --advierto que compromisario deriva de compromiso-- serios. En todo caso, como esta política de aquí, tan extremeña, rezuma ramplonería por los cuatro costados, tampoco sorprende mucho saber de nuevas miserias de uno u otro partido. Así que, cuando escuché de la radio que se convocaba un campeonato de baristas en español hablado que no distingue la be de la uve creí --tonta de mí--, que se trataba de un torneo de varistas , y, en consecuencia, que andaban los del partido reinante compitiendo en peloteo. O sea, que se iba a proclamar mayor varista del reino a quien mejor y más hiciera la pelota al jefe. Sonaba raro, sí, pero, a mi entender, todavía un poquitín menos irresponsable que la contienda que protagonizan los peperos en su carrera hacia el descalabro. Visto lo visto, ambas cosas me resultan igualmente probables. Luego, ya leí los periódicos. Y supe, asombrada, que se trataba de una competición de baristas con be, palabra inexistente en el diccionario que está relacionada con el café, de modo que se proclamará ganador aquel de los concursantes que lo prepare más sabroso. Para mayor pasmo lo presentan en plan acontecimiento cultural de enorme relevancia. Ya se sabe, la cultura del cortaó y del carajillo, esas bebidas tan ilustradas. Igual que algunos compromisarios. Política y cultura, esos dos nobles objetivos humanos, de nuevo para el público, organizan campeonatos al alimón.