El tristemente conocido como 'El cubo de Biblioteconomía", condenado judicialmente a un derribo ya en ejecución, presentaba ayer una imagen --la más esperada en los últimos días, desde que comenzaron las obras--, desmochada, tras el derribo y desmontaje de la segunda de las dos plantas que deben ser demolidas. Es el mandato judicial, con la supuesta finalidad de devolver el inmueble a su estado anterior a la intervención arquitectónica que en su día fue, seguramente, la más importante en la zona más alta del casco histórico de Badajoz, condenada durante más de dos décadas al abandono y el deterioro más procaces.

La falta de rigor administrativo hizo que se cometieran errores que la Asociación Amigos de Badajoz pasó en un principio por alto y que después denunció ante la justicia, en un periplo legal largo que ha desembocado en lo que hoy se puede apreciar, El cubo desmochado.

IMAGEN ESPERADA Esta parecía ser una imagen esperada desde que comenzaron las obras de derribo, por orden judicial, el pasado 14 de junio y que deben terminar el 20 de julio. Y ello, a pesar del último intento de parar un acto legalmente justo y socialmente incomprendido, al solicitar la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo un indulto que el alto tribunal extremeño no concede porque no es viable por la vía del proceso judicial.

No obstante, ese último último intento no logró paralizar las obras tal y como solicitaba el colectivo vecinal en el mismo acto de personación en la causa, como le pidió la Sala de lo Contencioso Administrativo para poder intervenir en el proceso, y que a la vista de la negativa del tribunal, no está clara la continuidad de su permanencia en el mismo, hasta ahora.

SIGUEN LAS OBRAS Así, los trabajos se mantiene al ritmo previsto en la programación de la empresa Acciona Infraestructuras, encargada del ejecutar el proyecto. Y los trabajadores, como se ve en una de las fotografías, continuaban ayer con su tarea de desmontaje, iniciadas en el interior y luego del revestimiento externo de la fachada del cubo rodeado de andamios, para seguir con la techumbre y ya con los muros de la segunda planta, que dejan el espacio interior al descubierto y a la Torre de Espantaperros más clara. Las obras siguen.