THtay libros que resultan fascinantes. A mí uno de los que me producen una impresión más profunda es la obra del capitán Alonso de Contreras (1582-1641), que se suele titular Discurso de mi vida . No es sólo una biografía, ni una novela. Pero tiene mucho de lo primero y algo de lo segundo. El autor fue capitán en los ejércitos de Felipe III y de Felipe IV y, además de su grado, consiguió por sus servicios el hábito de caballero de la Orden de Malta. No narra todas las vicisitudes de su carrera, sólo algunas. Otras prefiere callarlas. De la existencia real del personaje habla su amistad con Lope de Vega, quien le dedicó una obra. En un estilo poco literario, pero directo, y, en ocasiones, difícil de entender desgrana las aventuras en las que participó. Son el espejo de la vida de un personaje dedicado a defender, para sobrevivir, los intereses de la Corona Española, especialmente, aunque no sólo, en Italia y los teóricos de la Cristiandad frente al Imperio Otomano y a sus aliados berberiscos.

Uno de los sucesos en que participó tuvo lugar en Extremadura, en Hornachos, y acabó en Badajoz, con secuelas que le obligaron a volver. Yendo de paso, al mando de una compañía de infantes recién reclutada, llegó a la citada población, famosa por su gran población de moriscos. De musulmanes conversos, practicantes en secreto del Islam. Se hablaba por la época de un posible levantamiento de esta minoría oprimida y algo debía haber de verdad. Y nuestro capitán Contreras descubrió, por casualidad, dentro de un silo algo que parecían sepulcros y resultaron ser depósitos de armas destinadas al fin descrito. Evito avanzar el desenlace. Si los episodios narrados son pintorescos por sí mismos, mucho más lo es el cuadro que esbozan. Es la vida de un soldado de fines del XVI y comienzos del XVII. Cuando la monarquía española era dueña de medio mundo y sus soldados llevaban, espada en mano, una vida aventurera, a veces, y, las más, miserable. Sólo mediante la picaresca salían adelante. Alonso de Contreras pasó por Badajoz como el oficial que era, con amante y todo. De los moriscos de Extremadura escribiré otro día. Quizás no se ha destacado lo suficiente, fuera de lo anecdótico, su papel en la historia de la región. Léanse, si no lo han hecho ya, a don Alonso. Se les abrirán nuevas perspectivas. Vale la pena.