Trabajadores del Sexo’. Así se denominaba un antiguo programa que desarrollaba en el pasado la Asamblea de Cruz Roja en la ciudad de Badajoz, a través de sus voluntarios, que estaba destinado a prestar a atención sociosanitaria a las personas que ejercían la prostitución en diversas zonas de la ciudad. Era especialmente y sobre todo, mujeres. Pero una vez que entró en vigor de la ordenanza municipal que prohíbe la práctica del comercio sexual en la vía pública, esta actividad fue reduciéndose de una forma generalizada y ostensible y por tanto, también el número de usuarios del mismo, por lo que dicho programa derivó en otro de un espectro más amplio, denominado de emergencia social.

A través de este nuevo instrumento de intervención en la calle, Cruz Roja continúa prestando servicios del mismo tipo, aún, a un reducido grupo de mujeres que mantiene su actividad como prostitutas, y que ejercen sobre todo en la calle.

«Son muy pocas, no deben ser más de cuatro o cinco, pero sí que todavía las hay en ejercicio, a pesar de la ordenanza municipal, solo que se han trasladado de zona», según ha manifestado a este diario Javier Ramos, director de Intervención Social de Cruz Roja Badajoz. Dejaron la de Pajaritos, fuente de los Poetas, circunvalación y Joaquín Costa, para irse a otras zonas, algunas más alejadas del Casco Antiguo.

CALDO DE SOPA / El ejercicio de la prostitución callejera se ha reducido notablemente, pero no se ha extinguido, se ha adaptado y se ha trasladado de lugar; ahora se desarrolla de un modo más discreto. En todo caso, Cruz Roja las atiende y sigue ofreciéndoles diversos servicios, con una visita a la semana de los voluntarios que llevan a cabo el citado programa, en un vehículo que recorre distintos puntos de la ciudad, que no se desvelan por respeto a estas personas.

Así, además de un caldo de sopa en las épocas en las que hace frío, se habla con ellas y se les da indicaciones relacionadas con su salud y sus cuidados. «Se les aconseja y facilita que se hagan pruebas médicas periódicas, pues son personas que tienen riesgo de sufrir enfermedades. Muchas de ellas, además, tienen problemas de drogadicción y son personas especialmente vulnerables», explica Ramos.

Los voluntarios entablan contacto con todas ellas, estén donde estén. Unas son españolas y otras extranjeras, unas mayores que otras. «Llevamos muchos años trabajando en esta área y nos conocen bien; saben lo que podemos o no ofrecer», explican los conocedores de esta circunstancia. «Suele haber un poco de todo; nosotros les insistimos en que es muy importante el seguimiento médico; también se les informa sobre algunas ofertas de empleo, pues en alguna ocasión han realizado una formación específica, o asesoramiento laboral, aunque no es lo habitual».

ELLAS DEMANDAN / Hay ocasiones en las que son ellas quienes demandan algún tipo de colaboración concreta, «como que las acompañemos para realizar alguna gestión, o porque desconocen alguna cuestión sanitaria».

En Badajoz, se puede decir que ejercen la prostitución «por decisión propia, sin que haya explotación por parte de un proxeneta, pero en realidad eso no es cierto, pues la mayoría padecen drogadicción y se ven obligadas a prostituirse para satisfacer la necesidad de drogas», señalan las citadas fuentes.

Así mismo, añaden que «en algún caso se da la explotación por terceros, pero también es un asunto complejo, pues un proxeneta como tal no se adecúa a lo que nos encontramos, suelen ser compañeros sentimentales que también tienen problemas de drogadicción y que les acaban exigiendo el ejercicio de la prostitución para satisfacer las necesidades de drogas», cuentan.

EXCLUSIÓN SOCIAL / En cuanto a la exclusión social, Cruz Roja desarrolla varios proyectos, alguno muy próximo al que engloba a las mujeres trabajadoras del sexo. Son para personas sin hogar, satisfacción de las necesidades básicas, atención escolar, pobreza residencial, ayuda al pago de suministros o alquiler de vivienda, además del más conocido, el de alimentos, con reparto de productos donados por el Fondo de Excedentes Alimentarios, del Fead. En concreto, el programa de alimentos atiende a más de 600 familias en la provincia, 200 en la ciudad de Badajoz. «Para otras necesidades, los recursos que tenemos son muy limitados; y en residencias, se atiende a unas 50 familias al año», señaló Ramos.

DE VUELTA DE OTROS RECURSOS / «Hay personas que ya vienen de vuelta de otros recursos, porque han perdido la posibilidad de continuar. Este colectivo se divide en dos bloques. Por un lado, quienes arrastran esta situación desde hace mucho tiempo, como en lo referido a los alimentos. Y por otro, quienes hasta hace poco trabajaban y tenían ingresos que por causa de la crisis se han encontrado en una situación bastante mala».

Este grupo tiene endeudamiento por compra de vivienda, por ejemplo. «Éstos suelen ser los más perdidas, porque nunca han necesitado recursos ajenos y son especialmente vulnerables, pues no saben adónde acudir, ni dónde pedir ayuda», explica el responsable de Intervención Social.

El servicio atiende a unas 2.000 personas. De ellas, hay «posibilidad de que algunas salgan adelante, pero otros se cronifican. Sus problemas están en la falta de ingresos y para salir de esa situación necesitan un empleo que les permita tener unos ingresos suficientes», afirmó Ramos.

PROGRAMA DE EMPLEO / La Cruz Roja tiene también en marcha un programa de empleo, en el que preparan a estas personas para su inserción laboral, objetivo que consiguen «algunos, a través de proyectos europeos y de la Administración, con un grado alto de inserción». En el programa se trabaja desde lo más básico, como hacer un currículo, hasta una formación en comercio, de carretilleros, de cocina y otros en los que esas personas puedan tener un oficio y acceder a un puesto de trabajo.