Errar es humano; confundirse, equivocarse. Es tan humano que el humano es el único animal que tropieza dos, tres, veces, las que hagan falta, en la misma piedra. Y, curiosamente, superar un error, no es ya humano, sino humano de la subespecie de sabios, mientras que insistir en el error es de necios. En esto parece que la sabiduría popular no se anda con chiquitas, y a buen seguro lo sabe Amigos de Badajoz, que denunció la aparición de una grieta en el baluarte de Santiago, que resultó tener años de existencia, después de culpar de ello a la obra de ampliación del párking. Ya erró al catalogar la primera ermita de Badajoz --protegida con una rotonda en medio de la ronda norte--, y al dar su consentimiento al proyecto de Biblioteconomía, con la deriva de todos conocida, como reconoció. Ahora se erige en el cancerbero de una retórica no conservacionista, sino fundamentalista, del patrimonio, la arquitectura y el urbanismo con cierta vocación de poder fáctico. AABB ha hecho una gran labor en muchos aspectos y ha defendido que la legalidad empieza por la propia Administración. Por eso, sería bueno que entre sus áreas de actuación incluyera la de documentación y el análisis.