Tiene que ocurrir una catástrofe para que se movilicen recursos extraordinarios y se reaccione con todos los medios existentes, incluso no disponibles, para intentar paliar las consecuencias y atender a los afectados. Pero hay desgracias domésticas que por cotidianas no se resuelven, se mimetizan con el paisaje y se consienten hasta que llega el día en que una anécdota se convierte en tragedia con nombre y apellidos. El año pasado tuvieron que anunciar una ola de frío los hombres del tiempo para que se pusiese en marcha la maquinaria y durante una semana (¡siete días!) funcionó (¡por primera vez!) en Badajoz un albergue provisional para dar cobijo a personas sin hogar que habitualmente duermen en la calle.

La iniciativa salió adelante porque se pusieron de acuerdo Cáritas (que cedió la antigua sede del Proyecto Vida en la calle Bravo Murillo), Cruz Roja (aportando el trabajo de sus voluntarios y material) y el Instituto Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Badajoz, del que partió la iniciativa y que corrió con los gastos de un vigilante de seguridad. En una semana pasaron por las instalaciones 15 personas y se dejó abierta la posibilidad, que no la puerta, a mantener este servicio más tiempo si persistía la necesidad. Cerró y con el proyecto ya concluso, se dio por finiquitada la iniciativa, que en otras ciudades sí funciona de forma permanente y cíclica, claro está, cuando de nuevo se repiten las condiciones y que casualmente se produce todos los años, cada vez que arrecia el invierno, que suele ser por esta época.

Aunque nada parecía presagiarlo, el frío ha llegado y la estampa es la misma que hace un año. Sigue habiendo en Badajoz gente que duerme en la calle. Cáritas viene demandando este recurso desde hace tiempo, pero por falta de medios no se ponía en marcha. Han tenido que ser las Hijas de la Caridad, las mismas que regentan el comedor social de la calle Martín Cansado, las que se arremanguen y se pongan manos a la obra para habilitar un albergue, que tendría que estar listo antes de que bajasen las temperaturas, para que las personas sin hogar supiesen de antemano dónde pueden acudir. No deberían esperar a que hiele para contar con un lugar donde pasar la noche protegidos.

En Badajoz no duerme mucha gente a la intemperie. Suelen tener localizados lugares en los que refugiarse, pero que no cuentan con los servicios mínimos, como agua corriente ni electricidad. Las Hijas de la Caridad no solo les garantizan comida y cena caliente todos los días del año, sino que desde esta semana les ofrecen un techo bajo el que cobijarse, un espacio donde asearse, poder guardar sus pertenencias y pasar la noche. Un sitio donde preservar su dignidad. Ha sido posible con la implicación de Cáritas, que ha cedido las instalaciones. Los propios usuarios se han encargado de acondicionar las estancias, de limpiarlas y pintarlas. No es una tarea fácil, pero había que buscar los medios y lo han conseguido, sin ayuda de las administraciones. Una vez más las Hijas de la Caridad han dado solución de forma altruista a un problema que se va a repetir cada invierno. No hay que esperar a que el hombre del tiempo avise. Siempre en la delantera, fueron también las Hijas de la Caridad las que ofrecieron, por iniciativa propia, una vivienda para los familiares de los niños ingresados en el Materno Infantil, sin pedir nada al Servicio Extremeño de Salud, que se percató de la necesidad cuando llegó la solución desde fuera. Ahora queda en manos de las administraciones que esta generosidad pueda alargarse en el tiempo. HSClB