Con la que se avecina en Cataluña, tengo la suerte de retomar la publicación de esta columna, tras el descanso veraniego, en una semana en la que se han producido dos buenas noticias para la ciudad y la comunidad autónoma donde vivo. Y me alegro porque no siempre es así. Habrá ocasiones en las que toque hablar de aspectos, digamos, menos agradables de la actualidad; y aunque en mi caso la intención siempre será de crítica constructiva, seguro que me acarrea algún que otro dolor de cabeza. Por eso no quiero dejar pasar la oportunidad de señalar la importancia que tuvo esta semana la aprobación de los presupuestos municipales de Badajoz. Unas cuentas que salieron adelante con el apoyo al PP y la única concejal de Ciudadanos.

PSOE y Podemos no están muy contentos, como es lógico. No se ha negociado con ellos y por tanto las cuentas municipales no tienen el reflejo de sus políticas. Pero desde una perspectiva más objetiva y distante de las siglas, la aprobación de un presupuestos, incluso llegando tarde, siempre es buena, en este caso para una ciudad. La situación en estos momentos en el ayuntamiento para quien mejor es para el PP de Fragoso. No sólo saca adelante sus presupuestos, sino que también tiene garantizada cierta estabilidad política en lo que queda de legislatura, tras la sonada y polémica quiebra del grupo municipal de C’s que dio lugar a la expulsión García-Borruel.

Y la otra buena noticia de la semana tiene que ver con la reivindicación del AVE y la mejora de las infraestructuras ferroviarias de la región. Después de varios regates en corto y algún que otro requiebro de los partidos de la oposición, el sentido común y, por qué no, también la estrategia política se ha impuesto y Extremadura será una sola voz en Madrid reivindicando para los extremeños simplemente lo mismo que tienen otros españoles. Estoy convencida de que a mis paisanos en general le da igual quién se ponga o se quite medallas. La crítica situación de nuestras infraestructuras la sufren quienes votan al PSOE, al PP, a Ciudadanos e, incluso, a Podemos. A estas alturas la mejora de nuestras comunicaciones es ya una cuestión de dignidad. Y la dignidad debería ser lo último que un extremeño perdiera.