No es un tema prioritario, ni su resolución abre o cierra puertas, ni cambia el destino de ninguna cuestión trascendente. Pero es un debate recurrente, que aflora de vez en cuando y genera discordia entre los abanderados de esta causa, que sí consideran que debería resolverse. Resulta que Badajoz es la única capital de provincia que no tiene bandera. Seguro que son muchos más los que no la echan en falta que los que defienden que esta ausencia debería solventarse.

La última vez que el asunto salió a la palestra fue en campaña electoral, aunque ya es sabido que los periodos precomicios no son sintomáticos, pues las prioridades cambian y son ésas las épocas en las que los políticos se muestran más analíticos, activos y dispuestos a atender todas las reivindicaciones.

En una de sus comparecencias, el entonces ya alcalde y también candidato del PP al ayuntamiento, Francisco Javier Fragoso, fundamentó la petición de aquella jornada en el diseño de la enseña local. Fragoso defendió, apoyándose en informes de una academia de heráldica y en coincidencias históricas y de simbología, que la bandera que represente a Badajoz debería ser blanca y negra, que son los colores que en la discusión de la bandera regional corresponden a la provincia pacense, son además los de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Soledad, y, por qué no, también los del club de fútbol que promociona el nombre de Badajoz de estadio en estadio. Pero en un lugar donde -es de agradecer- no faltan los colectivos que todo lo analizan y las siglas que se erigen en herederas de la sabiduría popular, hay también quien ha abanderado la búsqueda del que debe ser el mejor diseño para la bandera de Badajoz. Así, la asociación Amigos de Badajoz ha llegado a la conclusión de que debería de ser de color carmesí, como el pendón otorgado a Badajoz por Alfonso IX allá por el año 1230.

Parece que de momento la discusión no se va a remover. El alcalde no tiene ganas de malos rollos. Eso es lo que ha puesto de manifiesto esta semana, en una convocatoria conjunta con Amigos de Badajoz, que presentaba su calendario, este año dedicado a la historia del escudo de la ciudad. Con lo que les ha costado recuperar las relaciones, rotas a costa del Cubo de la Facultad de Biblioteconomía, como para volver a estrangularlas por un quítame allá una bandera. Fragoso zanjó la opción de la discusión argumentando que mientras no haya consenso no va a poner sobre la mesa este asunto, sobre el que, de salida, ya hay diferencias, de color, más que de peso. Pero claro, si evita la discusión porque a priori sabe que existen distintos puntos de vista, en principio irreconciliables, es muy difícil que algún día se puedan dar las circunstancias de que esas disparidades de criterio no existan. Si no abre el debate, es imposible que haya acercamientos. Sin discusión, no hay probabilidad de acortar distancias.

Los precedentes hablan por sí solos. Más de siete siglos se ha tardado en resolver oficialmente cuál es el escudo de la ciudad. Más de 700 años discutiendo si es un león o son dos, si es rampante o durmiente, si lleva una columna o un par y si la corona es ducal o real. A la vista de este antecedente, no extraña que el alcalde se resista ahora a propiciar una discusión sobre la bandera, un símbolo generador de discordias por definición. Sea como fuere y si de verdad los representantes de los ciudadanos tienen interés en que Badajoz tenga algo que ondear, debería dejarse la decisión a los expertos, para que emitiesen un informe con argumentos sólidos. Enseñanza: dos no discuten si uno no quiere.