Entre toda esta retahíla del derecho a decidir, el España nos roba y la pantomima de Pujol, haciéndose la víctima y abroncándonos a todos por descubrir sus vergüenzas, no podemos dejar que el ruido oculte la realidad de unos líderes políticos anclados en la ignorancia y empeñados en un desafío que solo genera odio. Más allá de paparruchas de personajes más propios del club de la comedia que del rigor histórico, haciendo catalanes al Quijote, Santa Teresa o San Ignacio de Loyola, diciendo que Roma solo fue grande cuando llegaron allí los catalanes o que América la descubrió Cataluña porque Colón salió del Ampurdán, comenzamos a tomarnos en serio lo que empezaron siendo pataditas en la espinilla y se han convertido en puñetazos en el estómago. Pasando por alto al imbécil ése que dice que Carlos V se retiró en el monasterio de Murtra, en Badalona, y no "en el culo del mundo para joderse de asco" o al Barcelona, más que un club, que obliga a sus jugadores a vestir con la senyera puesta aun cuando sobre el campo solo había tres catalanes alineados o a sus aficionados, cuya inmensa mayoría están fuera de Cataluña, a tener que gritar visça en su grito de guerra Visça el Barça y Visça Catalunya, tal vez haya llegado el momento de plantar cara a tanta idiotez multiplicada.

Y se les planta cara, pidiendo cuentas a las franquicias del Psoe y de IU por haber apoyado, en muchos ayuntamientos catalanes, el derecho a decidir, pero no de los españoles, sino de ellos solos, y en el Parlamento una Ley de Consultas ilegal, torticera y que solo provoca enfrentamientos. Y se les planta cara exigiendo en el resto de España nuestro derecho a decidir si queremos con nosotros a un pueblo que se ha dejado llevar por la mentira y la manipulación. Así, no les queremos, que se vayan, pero que antes paguen la deuda histórica multimillonaria que deben a extremeños y andaluces, principalmente, por haber sido los grandes beneficiados, junto con el País Vasco, del franquismo mientras nuestros padres y abuelos eran esquilmados, que sean expulsados de la Liga de Fútbol, que se les vete en los organismos internacionales como la ONU y sus agencias, la UE, la OTAN, la FIFA e, incluso, del club de los poetas muertos, que sean vetados todos sus productos que no trasladen su domicilio fiscal fuera de Cataluña y que se les deje solos ante el mundo con todas sus exclusiones, con todas sus vergüenzas y con todas sus quimeras, que hagan el ridículo siendo grandes convirtiéndose en pequeños porque mi derecho a decidir es tan válido como el suyo tratándomelo de impedir.