Esta semana hemos conocido con mayor profusión de datos y de la mano del arquitecto que va a ejecutar el proyecto, lo que será en un futuro, no muy lejano, el antiguo hospital provincial de Badajoz.

Las obras previstas combinan rehabilitación y usos. Según el proyecto, se respetará el valor patrimonial y artístico del edificio, ya sabemos todos, y sobre todo en Badajoz, las consecuencias de no hacerlo. Y se le dará un uso público-privado que, en mi opinión, es la mejor forma de aprovechar esas instalaciones.

En el céntrico edificio se ubicará la Escuela Oficial de Idiomas, la Biblioteca Regional, el Archivo Provincial y en toda su planta baja un espacio de mercado gourmet donde se podrán comprar distintos productos con la posibilidad de tomarlos allí. Una zona de restauración y ocio, muy abierta, al estilo de las que funcionan con éxito en otras grandes ciudades.

La duda es si algo así funcionará también en Badajoz. En el entorno de la plaza de San Atón, San Francisco, Menacho o Juan Carlos I no existe una amplia oferta de bares y restaurantes; y por la distancia con los locales del Casco Antiguo no tiene por qué verse como competencia sino más bien como complemento. Pero el tiempo lo dirá. Y de sabios será rectificar, como dice el refranero.

Porque lo importante ahora, y después de tantos años de abandono del edificio, era recuperarlo y ponerlo al servicio de la ciudad. Y no ha sido fácil. Ni lo será.

Pero los políticos con responsabilidad en las administraciones además de tener la obligación de escuchar a los ciudadanos e intentar consensuar las decisiones, también deben saber tomar aquellas que sean las más oportunas en según qué momentos, aunque no sean del gusto de todos, y tener capacidad de trabajo y ahínco para ejecutarlas, tal y como se está demostrando en este proyecto.