El imán de Badajoz, Abdel, nos ha invitado a compartir el momento de la ruptura del ayuno al atardecer cuando el sol ya declina y la noche se abre para el encuentro y su oración gozosa. Con el rigor del reloj, a las 21 horas y 56 minutos, el imán llegado de Egipto para acompañarles durante este mes, se pone en el lugar adecuado orientado a la Meca y comienza sus rezos dirigidos a Alá. Le siguen los fieles que en ese momento están en el centro y que son los que nos acogen a nuestra llegada para incorporarnos a este momento celebrativo, junto al imán de Badajoz, están compañeros de la comunidad islámica, alguno profesional de medicina, oftalmólogo, y un empresario, dueño del matadero de Olivenza. Llegamos por una parte miembros de la Iglesia católica, sacerdotes que están la zona de la vía, Santi y Lolo, este último es el que acompaña la parroquia del Gurugú, donde se halla el centro islámico, con ellos yo, en representación del arzobispo, como delegado del diálogo interreligioso. También forman parte de los invitados el alcalde de Badajoz y uno de sus concejales, así como miembros de la plataforma Avanzando, que a nivel educativo, sanitario y social tanto están haciendo por el barrio y la inclusión en toda esta zona. Una asamblea de colorido religioso y ciudadano, en plena armonía y familiaridad, viviendo desde el encuentro y la paz del conocimiento y del respeto a lo que somos y sentimos, desde el tesoro de la dignidad humana que nos cubre y nos bendice a todos.

Mientras ellos rezan a su Dios, nosotros los cristianos que estamos invitados hacemos un silencio respetuoso y creo que en todos muy religioso. Yo me dirigía al Padre y pedía por ellos y por el deseo de mostrar juntos la bondad de la religión, del hombre profundo que con interioridad se deja habitar por el espíritu de lo bueno, lo honrado, lo justo. De la riqueza que da a la sociedad los sentimientos que generan lo verdadero de las religiones, en lo que se refiere a sentimientos, deseos, esperanzas, sueños, compromiso, generosidad, armonía, encuentro, entrega… Es tanto lo que aporta lo religioso a nuestro mundo y lo que puede construir, que, necesariamente, hemos de unirnos para mostrar su verdadero rostro. El rostro que sólo descubriremos en el encuentro común de la riqueza de lo diverso. Todos abiertos al absoluto reconociendo la dignidad y el valor de lo específico y lo concreto, todos con el deseo de trascendencia respetando la alteridad en la fraternidad y la proximidad, la que se gana con la justicia, la verdad y la libertad de lo humano.

No hay mayor arma frente a los fundamentalismos extremos, radicales y violentos, utilizados por otros poderes más anónimos pero muy macabros, que la de saber unirnos en el trabajo por la justicia y la paz, y eso hacerlo desde la mejor vecindad, la mejor conexión, el verdadero compartir. A esto hemos de llegar por el conocimiento mutuo y el reconocimiento. Y esta es la razón por la que yo me unía hoy a su oración, aunque me dirigiera al Dios de Jesucristo, estábamos mostrando con este gesto que nos une el deseo de lo bueno, la riqueza de lo profundo, el compromiso por el hermano, que deseamos la dicha de la misericordia, de la justicia, de la compasión, de la libertad, de la limpieza de corazón. Y que estamos muy lejos, muy lejos de toda violencia, conflictividad, exclusión o descarte, que el ser religiosos no nos separa sino que nos une y nos sentimos todos apóstoles de la paz y de la armonía. Así ha sido en la cena festiva y original, a su estilo, donde hemos compartido sus manjares pero sobre todo su amistad y estima. Comer en la misma mesa y el mismo pan, nos hace compañeros de vida y de esperanza.

El imán de Badajoz mostraba hoy su deseo de compromiso con la ciudad y con todas las comunidades, porque cuando había estado retenido en Gaza le habían llegado los deseos, la ternura, los detalles de todos, desde el alcalde de la ciudad hasta al arzobispo de Mérida-Badajoz, para nadie había sido indiferente y todos le deseaban lo mejor, que volviera y siguiera viviendo en la armonía de una sociedad que desea saber de diálogo y comunión interreligioso. Hoy estábamos allí en su mezquita, en su casa, mostrando lo que deseamos para todo el mundo, que no hagamos muro de lo que puede ser puente y encuentro. Hoy hemos desayunado con ellos y hemos celebrado la luz que se enciende en la noche esperando el amanecer. Ojalá todos ayunemos de toda violencia y conflicto y desayunemos con la alegría de la alegría y la fraternidad, como ha ocurrido esta noche en la calle Gurugú, en el centro islámico de Badajoz.