Durante décadas en Extremadura se ha insistido que la región no dejaría a nadie atrás. Que se iría al ritmo del más lento, ayunándolo a ir más rápido, aunque eso supusiese a todos ir más despacio y que el mayor éxito de Extremadura era que no se había cerrado ningún pueblo. En eso se ha basado la política rural y el modelo regional de las últimas décadas, aunque otros pensaban que eso era perversa estrategia electoral para conseguir un voto mayoritario cautivo y agradecido, frente al infiel de las ciudades. Al cabo de los años ese enfoque absolutamente rural y antiurbano de Extremadura no ha conseguido dar sus frutos, y por el contrario está amenazando la supervivencia de la región. En Extremadura cada vez somos menos, más envejecidos y más urbano. Es una tendencia imparable y quererse empeñar en ir contra las fuerzas de los tiempos solo puede llevar al despoblamiento total. Lo malo no es que se haya querido compatibilizar o fusionar en lo denominamos rurbano, sino que se ha querido crear un modelo de desarrollo regional basado en lo rural, y frente a eso ha ido sobreviviendo, o incluso emergiendo, un hecho urbano diferenciado a pesar de los planificadores. No es fácil definir qué es lo rural y que es lo urbano en un mundo cada vez más hiperconectado y donde las distancias son cada vez más relativas. Pero si algo define a lo urbano es la conectividad. Lo urbano está relacionado con un mayor número, intensidad y variedad de conexiones lo que permite un mayor nivel de innovación y oportunidades. Hoy día lo urbano y lo rural es más un concepto económico, tecnológico, cultural y social que territorial. Cada vez hay más personas plenamente urbanas viviendo en municipios pequeños y dedicándose al mundo agroalimentario. Lo rural ya no lo define ni la ubicación ni la actividad económica. El desarrollo urbano no puede ser considerado como algo contrario a los pueblos, sino probablemente su garantía de futuro.

Quizá merecería la pena considerar a Extremadura como una ciudad expandida y dispersa. Para eso necesitamos estar hiperconectados. Será la única posibilidad de no dejar a nadie tirado, aunque también necesita no ir todos al ritmo de los más lentos.